
El Butoh es el conjunto de técnicas de danza creadas a finales de los años 50 por Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata, dos bailarines y coreógrafos japoneses que conmovidos por el bombardeo de Hiroshima comienzan la búsqueda artística de un “nuevo cuerpo” en reacción a las imágenes de los supervivientes deambulando por las calles con sus cuerpo quemados y sus globos oculares reventado colgando sobre la mejillas. Partiendo de esta premisa tan oscura, el Butoh busca la “luz” a través de un conocimiento más puro e íntimo del ser humano.
Como todas las creaciones artísticas poco convencionales e impactantes el Butoh fue centro de polémica; Hijikata se inspiró en el Marques de Sade y en obras “prohibidas” por lo que las críticas y la censura fueron constantes.

El Butoh es la danza de lo absurdo, de la ausencia de estilo, de la representación primaria del ser humano; una danza que desafía a convencionalismos. Es sin duda, un estilo fuertemente influenciado por los “ismos” artísticos de su momento, esto complica mucho más el hecho de intentar etiquetar esta danza, cargada de teatralidad como si de un performance se tratase e intentando convertirse en un lenguaje único.
Una de las premisas más importantes de Butoh es la improvisación, por momentos llevada por la música y en otros momentos totalmente aislada del mundo que rodea al baile. Movimientos lentos pero siempre coordinados con la cabeza, las muñecas, las piernas y tobillos; contorsiones pausadas. Ojos cerrados o abiertos que expresan emociones: alegría, pena, enfado…

No seré yo quien juzgue si el Butoh se trata de danza o teatro, de arte o de burla; simplemente os acerco algo que me resultó impactante: por novedoso, por extraño, por extremo… simplemente fue una escena en una película pero fue demasiado peculiar para dejarla estar y no hablar de ella.
Por cierto, la portada del último trabajo de Anthony and the Johnsons es una fotografía de Kazuo Ohno durante una de sus actuaciones.
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