
El Secreto no es una cinta de terror donde el guión podría encajar, si no que se trata de un drama, que nos narra de la manera más reflexiva posible este problema al que se enfrentan padre e hija. Pero lo que supondría un enorme batacazo para la película se convierte en una lección de cómo dos actores (David Duchovny y Olivia Thirlby) consiguen que el espectador empatice con ellos.
Juega a favor de la película su metraje: una hora y media; Pérez o Luc Beeson (que ha sido el productor de la cinta) fueron conscientes de hasta donde podría dar de si la cinta y no han intentado alargarla con tramas inútiles y aburridas que hubiesen conseguido que la cinta perdiera el ritmo tan bueno con el que se cuentan los hechos.
No será la mejor película que hayáis visto, seguro, y probablemente no la recordareis en un par de semanas pero El Secreto ofrece un rato de diversión y palomitas.
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