El viernes a la noche me acerque a Ribadavia (una villa cercana a Ourense) para asistir al concierto de Javier Krahe, componente de La Mandrágora con Alberto Pérez y el genial Joaquín Sabina. El concierto estaba encuadrado dentro de la presentación del Festival Arteficial que se celebrará en Ribadavia los días 8, 9 y 10 de agosto.

Yo definiría a Javier Krahe como ese amiguete borracho que al principio hace mucha gracia, pero que siempre le sobran las tres últimas… Sus letras satíricas, sus chistes, sus historias o juegos de palabras, al final terminan cansado, fruto claro, de la repetición o del tedio del personal. En el concierto de viernes ocurrió tanto de lo mismo.

Krahe comenzó genial, acompañado por una guitarra y un contrabajo, y en cuestión de segundo se ganó al público allí congregado (el teatro de la Casa de la Cultura de Ribadavia estaba completamente abarrotado). Pero poco a poco esa magia se fue apagando, quizás porque el madrileño interpretó canciones de sus últimos álbumes cuando el auditorio pedía canciones más conocidas del cantautor. Cosa que quedó clara en el bis, cuando interpretó Un Burdo Rumor y la gente cantaba con él.

De todas formas ver a Krahe es toda una experiencia, su lengua sin igual, su voz, gestos o formas. De esas cosas que por lo menos hay que ver una vez en la vida.