Los personajes son dulces e ingenuos, todos nos sentimos cerca de ese grupo de septuagenarias, nos caen simpáticas, por que en el fondo tenemos presente que podrían ser nuestras abuelas; las abuelas conectan con el espectador, que más adelante se sentirá partícipe de su triunfo (más o menos agrio, más o menos feliz)

Por momento me ha recordado a Chocolat: una ambientación similar (un pequeño pueblo), un pueblo que está en contra de un nuevo establecimiento, curas, caciques... pero lo que no tiene Las Chicas de la Lencería es un gran guión y unas actuaciones tan buenas como las de Chocolat (Juliette Binoche está estupenda y Alfred Molina no está nada pero que nada mal).

Pero seamos objetivos: Las Chicas de la Lencería es demasiado cándida, por momentos aburrida y con el regusto de ya haberla visto antes. Si en algún momento pensáis ver esta cinta y no habéis visto Chocolat, buscad esta segunda.