Desde el primer momento la cinta quiere confundirnos para mantenernos con los ojos totalmente abiertos a la espera de ese sucedo que encaje todo el puzzle ahí formado, el problema, como he dicho antes, es que mediada la película empezamos a ver demasiado claro el giro final, esa gran vuelta de tuerca que conseguirá dejarnos impresionados en nuestra butaca. Si en un thriller sabes el final a media cinta el patinazo es inevitable.

Te sientas esperando tensión, intriga... pero descubres que no hay nada de eso entonces te sientas a ver simplemente como Robert de Niro y Al Pacino superan la historia, cubriendo sus carencias (las de la historia, evidentemente) con una maestría al alcance solo de dos monstruos de la pantalla con ellos. No hay espacio para la sorpresa en ningún momento.

Amigos, Asesinato Justo no es Infiltrados, ni Jon Avnet es Martin Scorsese. Una pena pensar lo que pudo haber sido y en lo que se ha quedado: más pena que gloria.