Cuando vi por primera vez el póster de Watchmen simplemente sabía que se trataba de una cinta de superhéroes, que uno de ellos era de color azul y poco más. Poco a poco me he ido informando y he descubierto que Watchmen es una obra gráfica (un cómic) de Alan Moore, el creador de Constantine o La Liga de los Hombre Extraordinarios. El cómic se desarrolla en torno a 1985, cuando las tensiones entre EE.UU. y la URSS insinuaban el comienzo de una guerra nuclear.
Pero Watchmen no es una película de superhéroes a la antigua usanza (puede ser cualquier cosas menos eso) en esta cinta encontramos héroes tristes, fracasados, nostálgicos de otra época, personajes trágicos… ¡Leches! ¿Dónde está la cinta simplista de acción que pensaba ver?
Watchmen es cualquier cosa menos simple, aquí no hay héroes que salvan al mundo y villanos que lo intentan aniquilar, aquí hay héroes que matan y mueren por un bien colectivo apoyado en su ética, la cual es propia de cada individuo y por lo tanto ambigua.
Watchmen es una reflexión sobre el superhéroe, sus pensamientos, sus sentimientos, su vida. Va mucho más allá de la salvación de un mundo. Y ese es uno de los problemas, en ningún momento sentimos empatía por ninguno de los personajes, con la excepción de Rorchach, al que vemos “puteado” por la sociedad y por los de su género, quizás, con Adrian, es el personaje de un mayor calado ético.
Watchmen hará las delicias de los fanáticos de Alan Moore, pero para los que no conozcan el cómic un consejo: leed algo del cómic antes (yo hice el camino inverso) así el hilo conductor no os tomará por sorpresa y conseguiréis cerrar círculos mucho antes. Si no lo hacéis la película se puede convertir en una cinta larga, tediosa, la cual da la sensación que no avanza en ningún momento. Esto no es Superman o Spiderman, se acerca mucho más a títulos como V de Vendetta (también de Alan Moore) o Sin City. Es un cómic épico de 12 tomos trasladado a una pantalla de cine a lo largo de 165 minutos de metraje (con sus errores y sus defectos, pero lo más fielmente posible); no es cine, es literatura en imágenes.
Lo mejor de la cinta es el comienzo, la secuencia de imágenes antiguas (en color sepia) y recuerdos, mientras suena Dylan. Pero la B.S.O. se completa con Janis Joplin, My Chemical Romance, Jimi Hendrix o Leonard Cohen… Musicalmente una cinta enorme.
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