Hace unos días os comenté que en Ourense se está celebrando la 14ª edición de la MITEU; hasta ayer a la tarde no había asistido a ninguna representación encuadrada dentro del certamen pero ayer decidimos acercarnos a ver la representación de Antígona por el Grupo de Teatro de la Universidad de Granada.

Sófocles nos contó la historia de Antígona, hija de Edipo y hermana de Ismene, Eteocles y Polinices. Estos dos, tras la muerte de su padre, debían turnase en el trono de Tebas pero Eteocles decide quedarse en el poder después de cumplido su período y se desencadena una guerra familiar donde Polinices; la guerra concluye con la muerte de los dos hermanos en batalla, cada uno a manos del otro. Creonte, entonces, se convierte en rey de Tebas y dictamina que Polinices no será enterrado por traidor a la patria y que su cuerpo quedará en el lugar de su muerte

En la antigua Grecia, los actos funerarios tenían una gran importancia: no enterrar a los muertos condenaba a su “fantasma” a vagar por la tierra eternamente. En este momento surge el mito de Antígona, la cual, desafiando a Creonte (su tío y suegro) decide enterrar a Polinices por lo cual es condenada por Creonte a ser enterrada viva en un pozo.

La adaptación de la obra ha sido llevada a cabo por Rafael Ruiz (que también la dirige) y en ella encontramos a un Creonte pacificador y compasivo, al cual no lo queda otra elección que la condena de una tozuda e irracional Antígona.

Como espectador la adaptación de Ruiz es muy interesante ya que se aleja de ese Creonte tirano y déspota que se nos acostumbra a mostrar y vemos su parte más sensible y conciliadora. Por su parte Antígona es el reflejo de esa mujer luchadora, llevada por la pasión y por la búsqueda de “su” justicia.

El mayor problema para mí ha sido la poco contextualización de la obra ya que no se nos pone en antecedentes de quien y porqué suceden las cosas, complicándose así la obra y en ciertos momentos volviéndose demasiado espesa (por ejemplo en la discusión entre Antígona y su hermana Ismene).