Gran Torino

Como os comenté en una recomendación musical, el pasado martes me acerqué al cine para ver la última película de Clint Eastwood, al que enco...

Como os comenté en una recomendación musical, el pasado martes me acerqué al cine para ver la última película de Clint Eastwood, al que encontramos como actor y director de la misma. Eastwood encarna a un soldado que combatió en Corea que acaba de quedar viudo, una persona ruda, solitaria, xenófoba y “patriótica” que ve como su barrio ya no es de “blancos americanos” si no que se está llenando de gentes de diferente etnias y colores. El choque cultural está servido.

Sí, no se puede negar, sabemos como terminará la relación de Clint con sus vecinos desde el primer instante (aviso: nos llevaremos más de una sorpresa en el proceso) pero no se puede negar que Clint Eastwood da vida como nadie a esos patriotas atormentados por un pasado bélico del que en su interior se arrepienten. Consigue a su edad que nos metamos en su cuerpo, que lo entendamos, que riamos con él y que incluso nos compadezcamos, dicen que no es una de sus mejores interpretaciones, señores, quizás no lo sea, pero Eastwood se come la pantalla en todo momento incluso cuando no tiene nada que decir (sus miradas en el funeral son una muestra fehaciente de esto que estamos hablando).


Reconozco que no soy objetivo probablemente a ningún otro actor le perdonaría los aires de grande que desprende su personaje durante toda la cinta o esas miradas perdonavidas tan cínicas pero Clint Eastwood es más que un actor, es el verdadero Harry El Sucio; sí, no soy objetivo porque considero que Clint Eastwood es uno de esos rostros que han hecho grande al cine. Ahora, mientras cumple años, clint Eastwood ya no busca ni la fama ni el dinero (ya tiene ambas cosas) busca hacer un cine que le diga algo al espectador, y sin duda, lo consigue.

Una película injustamente tratada en los Oscars donde Clint Eastwood dice actuar por última vez y así pasea por cada uno de sus personajes para brindarnos una interpretación espectacular. Una gran película, de esas que no mencionarás como “mi película favorita es…” pero de las que aprendes a amar el cine, de las que consiguen que nazcan ganas de sentarte día tras día o noche tras noche delante de esa tela blanca que nos narra historias a veces de terror, otras de amor y otras veces solo nos cuenta pequeños cuentos que al verlas se convierten en enormes historias.

Gran Torino, una película imprescindible si realmente te gusta el cine.

Por último, el momento en el que Clint Eastwood deja caer una lágrima por su mejilla sentado en la oscuridad de su salón por si sola ya merece un Oscar.

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