Cuando vi el trailer de Fighting, Puños de Asfalto vinieron a mi mente imágenes de El Club de la Lucha, llegué a casa y al cabo de una hora comenzaba a verla. Minutos después, no demasiados, ya me había dado cuenta que Puños de Asfalto estaba mucho más cerca de una cinta de Jean Claude Van Damme (de su época mala no, si no de su época atroz) que de la obra maestra de David Fincher.

Dito Montiel se dedica a estrangularnos durante 105 minutos, la pena es que no consigue liquidarnos y tenemos que aguantar este festival de estupideces. Sentimentalismo nauseabundo al que se le suman esas coreografías cargadas de puñetazos que no convencen a nadie y lo que es peor todo esto, horrible en su extensión, lo intenta mezclar con drama social. Si Memorias de Queens (debut de Montiel) no había logrado convencerme, Fighting, Puños de Asfalto ha conseguido horrorizarme.

Una historia previsible, que avanza a trompicones al intentar cargar de sentimiento a los personajes (que tienen suficiente con no caerse muertos a medida que avanza el metraje). Me gustaría hacer un paralelismo, en Danny the Dog a Jet Lee le soltaban la correa y atacaba como un perro de presa pero interiormente era un hombre rico, cargado de emociones y sentimientos. En Fighting Channing Tatum no lleva correa, aunque actua como si estuviese atado y no siente, si no que se comporta como un animal: quiero dinero, quiero copular, quiero cenar, quiero… vamos, un ser primario sin ideas propias.

Una película simple (en la mala acepción de la palabra) al que le sobran toneladas de sandeces y dialogos absurdos más cercanos a la telenovela que al cine de verdad. Fighting, Puños de Asfalto un craso error cinematográfico.