Moraima, Andrés y amor con piña

Recuerdo ver El Otro (el bar donde nos reuníamos en la isla) lleno hasta la bandera en alguna jam session, eran noche agobiantes de calor en...

Recuerdo ver El Otro (el bar donde nos reuníamos en la isla) lleno hasta la bandera en alguna jam session, eran noche agobiantes de calor en las que caminar por el bar se tornaba en una misión casi-imposible pero también recuerdo noches de conciertos en los que se respiraba un clima diferente, un bar mediado, tranquilo, sin estridencias y en silencio... una de esas noches (concretamente dos consecutivas) tocaba un paisano: Andrés Suárez... y en tan solo tres años todo cambió: Andrés Suárez llena locales tres veces más grandes y el bar... pues es cambiado por diversos motivos.



Pero no pensemos en esos motivos que convierten nuestra perenne sonrisa en una línea recta y hablemos de Andrés Suárez y de cómo ahora llena locales. Tengo un amigo que diría que se debe a la promoción que cierta radio-fórmula hace del gallego... y puede que algo de razón tenga pero lo que es indiscutible es que la legión de seguidoras del chico de Coruña que tocaba versiones de Extremoduro en Santiago no deja de aumentar ¡carallo, que parece el Justin Bieber de Pantin! Y es que da igual que Andrés entre dos horas más tarde de lo anunciado a un local, lo hace con esa contagiosa sonrisa y aquellas niñas que resoplaban mirando el móvil ahora tan solo lo usan para sacar fotos y enviárselas a esa amiga rancia que se ha quedado en casa. Esto que la mayoría tomaréis como una exageración fue exactamente lo que sucedió en la inauguración del Moraima, una inauguración que tenía como plato fuerte el concierto (gratuito) de Andrés Suárez anunciado por el propio cantante a las 21:30 pero que comenzó con dos horas de retraso (y mucho calor en la sala).
Y es que sí: tanto el bar como el último trabajo de Suárez responden al nombre de Moraima. Lo que podría no ser más que una coincidencia cae por su propio peso cuando accedemos al local y encontramos una lapidaría frase de un tema de Suárez en un pared o una fotografía de 100x170 centímetros del cantante... Moraima es un bar dedicado a un cantante y yo me pregunto ¿qué pensará un tío de 30 años que unos "extraños" le dediquen un bar? Vamos, recuerdo una serie americana donde un chico ponía el nombre de su amada (que no le hacía ni puto caso) a un velero... ¡qué bucólico! Pero ¿un bar? Si bien es cierto que las musas a los cantautores suelen aparecersele en las noches, en los bares y con vasos con hielo y néctares extraños...
Como hemos comentado a eso de las 23:30 horas Andrés Suárez subía al escenario del Moraima tras haberse sacado fotos, firmado autógrafos y abrazado con todo aquel que se lo hubiese pedido y puestos a entregarse al público dejó al mismo elegir los temas que sonarían en el concierto... momento en que sus fans, histéricas (todo hay que decirlo), se desgañitaban pidiendo ese tema que les recuerda a aquel amor que tanto daño les hizo, que digo yo, que si te ha hecho daño de verdad lo mejor es dejar las canciones a un lado y no mover mierda, pero oye, cada uno supera las cosas a su manera... y así, entre gritos y peticiones sonaron temas como "Piedras y Charcos", "320 Días", "No te Quiero Tanto" o "Benijo"... un concierto que terminó con un ramo de rosas llegado desde Bilbao, con besos y abrazos entre propietario y artista, con muchas sonrisas y con bastante ron con piña en vaso anchos. Un concierto en el que la mayoría jamás recordará las dos horas de retraso pero bien seguro recuerden que ese tío de Pantin puso voz a sus sentimientos a su lado, unos recuerdo que dibujaran sonrisas que en estos tiempos ya es mucho.

¡Salud! Y mira Jaime: le vas poniendo a la morena un amor con piña...

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