Ahora que el Madrid y el Barça juegan la Champions, que Alonso sigue a los mismos puntos de Hamilton que ante ayer, ahora que... miles de cosas ya no nos acordamos de lo que hace unos días sucedía en Birmania. Pero no acordarnos no quiere decir que no siga pasando.

Según la Junta Militar, o Consejo Militar como queráis llamarlo, el país ha vuelto a la normalidad. Una normalidad un tanto especial ya que por las noches las fuerzas de seguridad birmanas se dedican a realizar detenciones selectivas tras el toque de queda. y digo que son selectivos estos arrestos ya que la policía birmana detiene a manifestantes identificados en los vídeos o imagenes de las manifestaciones. Y es ahora, tras la muerte de cientos de gonzos y la desaparación de ciudadanos, cuando Naciones Unidas dice que se comenten abusos contra el pueblo, que los muertos han sido más que los anunciados por el gobierno birmano... Ahora.

Pero no me gustaría comenzar el fin de semana con una cara de mala leche por la hipocresía del mundo en el que nos movemos. Me gustaría contar la historia que acabo de leer: según Estocolmo SR, el comandante Win y su hijo han llegado el martes a Bangkok. Esto no sería nada extraño a no ser porque Win es comandante de las Fuerzas birmanas; Win recibió, según su relato, la orden de disparar contra los monjes y ciudadanos que se manifestaban en las calles de Rangún. El militar ese día decidió emprender su marcha del país. Esperemos que muchos le siganen su marcha hacía la libertad.