Mi viaje a Londres (III)

En el Soho podemos encontrar Carnaby Street. No es tan excéntrica como me la imaginaba, pero sigue teniendo tiendas increíbles (allí me ha p...

En el Soho podemos encontrar Carnaby Street. No es tan excéntrica como me la imaginaba, pero sigue teniendo tiendas increíbles (allí me ha pillado unas Converse a 25€) entre las que me ha encantado la juguetería Play Lounge con sus Toyz o como me han dicho: muñequitos para frikies. Quizás Carnaby Street ya no sea el centro de la moda londinense pero se puede encontrar aun ropa bonita (y cara) de todos los estilos: desde los mod hasta los retro, pasando por el vintage de última tendencia.


Por la tarde visitamos el Museo británico, al que solo se le puede definir con una palabra: increíble. Allí admiramos la Piedra Rossetta, sarcófagos, dibujos de Goya (nunca antes había tenido una obra de Goya tan cerca de mi mano, solo nos separaba un cristal y 5 escasos centímetros) y otras maravillas varias. Pero sin duda lo que más me gustó del Museo fue la parte central: la cúpula que Norman Foster y su estudio diseñaron para celebrar la entrada del nuevo milenio. Sin duda es soberbia, genial y miles de adjetivos más que no sabría casi ni escribir, es como lo que contiene, una autentica obra de arte. Pensareis que lo que digo son memeces al compararla con el antiguo Egipto, con Grecia, o con el más lejano Japón pero probablemente los coetáneos a lo que acabo de mencionar no pensarían “estamos haciendo historia” pero la estaban haciendo, Norman Foster pasara sin duda a la Historia, ya no solo de la arquitectura o la ingeniería, donde ya está por meritos propios, si no también a la del Arte, donde pasara como creador. Un té y un nuevo paseo para despedirnos del Museo, de la cúpula y el resto de maravillas, solo un pero, la biblioteca estaba cerrada, me hubiese gustado verla. Una vez fuera del Museo nos dirigimos a Buckingham Palace entre las gotas de lluvia, para una vez allí contemplar la residencia de la Corona británica y hacer el paseo que anteriormente relataba por Green Park hasta Piccadilly donde cenamos (al lado, por cierto, de un grupo de jóvenes catalanes).
(continuara)

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