Mi viaje a Londres (IV)

El viernes seguimos paseando de nuevo, sin duda en este viaje es en el que más kilómetros he hecho. Aprovechamos la mañana para visitar el m...

El viernes seguimos paseando de nuevo, sin duda en este viaje es en el que más kilómetros he hecho. Aprovechamos la mañana para visitar el mercado de antigüedades de Portobello, que queda en el barrio de Notting Hill, donde nos hospedábamos. Es un mercado de reliquias, trastos inservibles y fruta, donde se mezclan las lechugas de un viejo granjero que lleva a su perro al hombro con la ropa militar de segunda mano que vende el hombre disfrazado de militar de la Segunda Guerra Mundial. Es interesante ver la diversidad de personas que acuden el mercado y escuchar los acentos: italiano, español, francés… e incluso algunos que jamás habíamos escuchado y dudo que volvamos a escuchar.

Tocó más tarde la obligada visita a los almacenes Harrods, que son como el Corte Inglés, pero en inglés de verdad. Una atracción turística más, a la que no nos equivoquemos fui por simple dejadez. Tras Harrods fuimos a la Catedral de Sant Paul, lo sé, la organización fue mala y cruzamos Londres para ver dos cosillas, aquí entono el mea culpa no haber pensado bien la ruta más corta. Lo que peor me parece es que en la Catedral cobren por visitarla (creo que el sistema de la Catedral de León, donde hay una terminal bancaria para hacer donativos, es mucho más inteligente: la gente que viajamos con una mochila no nos podemos permitir pagar entrada por ver iglesias) por lo que decidimos que con verla por fuera nos bastaba. Y como la mañana iba de iglesias, decidimos acercarnos hasta la Iglesia de Temple, que se ha hecho famosa a partir del best seller de Dan Brown, El Código Da Vinci (los que habéis leído el libre ya sabéis porque).

Tras ello bajamos hacia la parada de Bank, donde visitamos el banco de Inglaterra, para acércanos a la zona de negocios de la ciudad. Allí contemplamos el rascacielos en forma de pepino, siento ser así de raro definiéndolo pero no sé su nombre. Allí mismo comimos y fue cuando conocimos al camarero italiano que hablaba castellano por culpa de su novia catalana, nos explicó cuál era la parada más cercana de metro (Liverpool Station) a la que nos dirigimos para tomar el metro que nos conduciría a la tarde hasta el barrio de Chelsea donde paseamos a través del cementerio de Bromptan. Sé que un cementerio no es el lugar más idílico para pasear en unas vacaciones, pero sin duda es un lugar tranquilo y amable, donde mucha gente pasea con su bicicleta o lee un libro, nosotros lo cruzamos ya que nos dirigíamos a Stamford Bridge (el campo del Chelsea).

De vuelta a la ciudad paseamos por Sant James Park’s hasta llegar a Downing Street donde esperábamos que Gondon Brown nos invitase a tomar el té, cosa que no hizo debido a las extremas medidas de seguridad que nos rodeaban ¿o era al revés? Bueno, no recuerdo.

(continuará)

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