Por fin he visto la última película hasta el momento de la publicista Isabel Coixet y debo decir que me he sentido decepcionado. Elegy no tiene ese aire fresco de las cintas de Isabel Coixet y tampoco esa carga emocional que las convertía en bellos alegatos a favor de la vida. El dolor y el silencio creaban un clima de intimismo que dotaba a sus cintas de momentos especiales que en Elegy no encontré y aun no tengo claro porque.

Quizás sea porque es la primera vez que la directora no firma el guión y este no es original para la cinta. Quizás porque ella escribe “viendo” la película mientras esta vez ha estado guiada por una mano exterior que la aleja de su propio estilo. Estilo que se adora o que se odia, en el que no existen puntos medios que en este cinta si se dan. Por cierto, tanto hablar del guión y no decir de donde proviene me resulta descortés: la película está basada en la novela El Animal Moribundo de Philip Roth.

Tras el visionado de la cinta no encuentro una de esas historias que tanto me gustan de Coixet, aunque sí encuentro bellas imágenes como siempre (las secuencias de la playa son fantásticas, sobretodo la final).

De lo que no hay duda es que las actuaciones son buenas: Ben está inmenso en su papel y Penélope Cruz lo acompaña a la perfección. El surge cuando asumimos que estamos ante una cinta de Coixet, donde las actuaciones suelen emocionarme, me llenan, pero en este caso, siendo consciente de que son dos buenas actuaciones, no llegan a tal punto. No me quisiera olvidar de Dennis Hopper que parece el actor más libre y menos encorsetado de la cinta, a su aire, con sus mirada hacia un no se sabe dónde, está increíble.

Puede ser una buena cinta, no lo niego, pero no es una cinta de Isabel Coixet, que al fin y al cabo es lo que yo quería ver.