A la mayoría de vosotros Max Payne os resulta un nombre conocido ya que se trata de una de las sagas de videojuegos más aclamadas hasta el momento. Una saga donde la venganza y la violencia son los hilos condusctores, donde el bien y el mal llegan a confundirse en una ciudad oscura y plagada de sombras.

Y es Mark Wahlberg quien da vida a Payne. Un Max Payne que por mucho que Wahlberg se esfuerce nunca logra transmitir el tormento por la pérdida de su esposa (y su futuro bebe), en esta cinta Payne es un personaje huraño y plano. En parte es normal o ¿conocéis algún videojuego que en su adaptación cinematográfica haya ganado enteros? Lo hablaba el otro día con el camarero que más sabe de cine de este lado del Miño, no tenemos nada claro como Mark Wahlberg puede pasar de Infiltrados a Max Payne… saltos así (hacia atrás) lo pondrán al nivel de Jason Statham alejándolo de producciones como la de Scorsese.

El problema de Max Payne es que no tiene nada que ver con el juego. Faltan miles de personajes (Wooden, el archienemigo en la sombra no está ni mencionado) pero a su vez se inventan otros tantos (la señora del coche, el oficinista…). Los pocos personajes que coinciden en el juego y en la cinta presentan papeles totalmente diferentes en los mismos, por ejemplo, Mona, que apenas aparece en el primer juego de Max Payne es aquí casi una heroína…

Lo único salvable de la cinta es su estética, similar a la del juego, oscura y gris. Llena de sombras y de demonios (estos imaginables, no con soeces alas como en la cinta).

Si buscáis una adaptación de ese juego que tanto os absorbió, aquí no la encontrareis, si buscáis una película “de tiros” al estilo Statham pero mejor ambientada esta es la bazofia que buscáis pero no la llaméis Max Payne ponedle otro nombre.