Cuando visites Londres estoy seguro que no iras de excursión a Somers Town, aunque es muy probable que transites por la zona ya que se trata de la zona de la estación de King Cross (que se encuentra al norte de Londres, si no es así por favor corregidme). En Somers Town encontramos a Tommo, que ha dejado su casa para conocer la gran ciudad… La calle se come a Tommo hasta que aparece Marek, un inmigrante polaco que vive con su padre en un pequeño apartamento.

Comienza en ese momento una relación de amistad entre ambos chicos con caracteres, historias e ideas tan distantes pero que juntos descubren el primer amor, viven su primera borrachera, ponen en marcha su primer negocio, juntos fantasean con el futuro… Compartirán, jugaran, sentirán.

Somers Town muerde la realidad, una realidad en la que conviven diferentes colores, culturas, lenguas… donde la marginación de los personajes es palpable y la sensación de estar lejos de la realidad es patente (Marek busca en su vieja cámara de fotos el cariño que quizás necesite de un padre más preocupado de conseguir dinero para su hijo que de preguntarle como está).

Somers Town es una historia breve, realista y en blanco y negro; sí, habéis leído bien, Somers Town está filmada en blanco y negro (excepto unos poco e importantes minutos). Un blanco y negro que lo inunda todo, incluso las grises vidas de nuestros dos jóvenes protagonistas.

Somers Town huele en ciertos momentos a En un Mundo Libre… del grandísimo director Ken Loach y en otros tantos a This Is England (cinta del mismo director). Una gran película, que sin duda merece la pena ser vista (otra cosa es que en este país donde triunfan porquerías como Mentiras y Gordas tengamos el suficiente paladar para apreciarla).

Si os han gustado las cintas que anteriormente comentábamos (En un Mundo Libre… o This Is England, no la basura Mentiras y Gordas) Somers Town os embelesará.