Cuando te acercas por primera a Los Mundos de Coraline inmediatamente llegan a tu cabeza imágenes de Pesadilla Antes de Navidad, la estética, las formas, los colores… todos nos recuerda a ella; no en vano este proyecto nos llega de la mano de Henry Selick, padre de ese cuento navideño de estética gótica que tanto nos ha gustado.

Pero Los Mundos de Coraline no solo me ha recordado a Pesadilla Antes de Navidad, no hay duda que Coraline no es la primera en cruzar una puerta una puerta en busca de un mundo mucho más interesante y atractivo que el que le ha tocado vivir, lo hizo Alicia cuando viajó al País de las Maravillas, lo hizo Judy Garland mientras seguía las baldosas amarillas, lo han hecho recientemente los niños que salvaron Narnía después de recorrer un armario lleno de abrigos… ahora es Coraline quien cruza una pequeña puerta guiada por unos roedores.

En todos los casos parece que accedemos a un mundo mejor, maravilloso, lleno de colores y luz pero poco a poco, como no podría ser de otra manera, las cosas pierden su brillo y comienzan a dejar ver lo que realmente esconden, en ese momento nuestro nuevo y maravilloso mundo quizás deje de ser tan maravilloso.

Y es que si os gusta, como a mí, a estética grotesca de Selick o del maestro Tim Burton está claro que Los Mundos de Coraline os resultará una película atractiva; evidentemente, aunque todos los públicos la puedan ver, no es una película para todos los públicos, está sin duda dirigida a un segmento más adulto.