Triage comienza con buenas formas, presentándonos una historia de guerra pero una historia diferente, aquí lo único que se disparan (y nos interesa) son fotografías. A priori resulta una cinta interesante: reporteros de guerra, a lo más puro Territorio Comanche pero…

Sin duda el lastre más grande de Triage es el tono de la cinta; la historia, impactante en si mismo, se rodea con un halo de melodrama que resta ese enorme punto de credibilidad, que le resta sufrimiento al trauma de Farrell. Tanovic podría haber abrazado una estética al estilo falso-documental pero se pierde buscando la empatía en el sufrimiento de los que se quedan, cosa que ya tendría ganada tan solo con la presentación de su historia.

Y la búsqueda de este drama nos presenta historias que no nos aportan nada: un Christopher Lee que hace de psíquitra-abuelo-franquista pero que realmente nunca nos muestra nada, conversaciones de mucha forma y poco fondo, sin más. Un personaje que pertenece a otra cinta, sin duda.

Triage nunca juzga, es más, Triage es una absolución: el médico es un salvador aunque deba decidir quién muere o quien vive, Farrell sale impune al contar su historia, Lee ha salvado a España de una nueva guerra al ser el sacerdote de los franquistas… el happy-end no concuerda en absoluto con el resto de la historia, eso está claro.

Triage una cinta para ese selecto grupo de “lo que fue y lo que pudo haber sido…”