Mataharis
17:08:00
Sí, lo admito, en un momento grouppie de Tristán Ulloa decidí descargarme Mataharis sin saber demasiado bien de que iba, sin saber que era Icíar Bollaín quien se escondía tras la cámara que nos contaba esta historia, o mejor dicho, estas historias.
Y es que Mataharis nos cuenta la vida de tres mujeres que comparten oficio, jefe y oficina; ellas son detectives privados pero no como Colombo con gabardina y sombrero, si no mujeres de hoy en día que además de su trabajo tienen (o intentan tener) una vida. Digo “intentan” porque muy en la línea de la directora (y actriz) madrileña nos encontramos de nuevo ante historia de soledad, tristeza y a veces incluso redención, eso sí, de nuevo los hombres, en mayor o menor, son los malos de la historia.
Mataharis nos vende un tono documental, nos intenta mostrar historias sin artificios, poner la cámara y simplemente ver pero como ya he dicho antes, el malo siempre es el mismo, en casa, en el trabajo… personalmente me ha cansado de ver siempre lo mismo y le he dado la espalda a esta cinta (sobrevalorada en internet desde mi punto de vista) y es que nos enfrentamos a un estilo Spike Lee; si en las cintas del director americano los malos siempre son los blancos, en las cintas de la madrileña los malos siempre son los hombres… me parece bien, cada uno tiene su estilo (Amenabar, Coixet, Almodovar…) pero eso consigue convertirte en un director de sí o no, a este paso Bollaín se convertirá en un no para mí.
Reconozco eso sí su trabajo en el guión cuidada aunque también hemos de decir que las historias chirrian entre sí, poco o nada tienen que ver más allá de la oficina, por lo tanto, no, no es una película coral como en muchos medios nos han tratado de vender.
Mataharis me ha cansado (no hay un solo momento para esbozar una sonrisa en toda la cinta) psicológicamente, me ha aburrido y lo peor es que me ha dejado de interesar a media cinta. Por eso, tras todo ello he decidido:
Por cierto Tristán, podías haber prescindido de esta cinta.
0 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?