Mikel Erentxun pasará a la historia de la música española por, junto con Diego Vasallo, haber formado uno de los grupos pop más importantes de la década de los 80. Ya a principios de los 90 (en 1992 concretamente) comienza paralelamente su carrera en solitario para desligarse totalmente de Duncan Dhu hace ya casi una década.
Si bien solo quizás su primer disco en solitario (“Naufragios”) tuvo un gran éxito de público la carrera de este guipuzcoano ha sido bien prolífica: 9 discos en solitario más un disco de grandes éxitos.
Y es entonces cuando la gira de promoción de su último trabajo, “Detalle del Miedo”, recala en La Laguna. Una cita donde Mikel Erentxun repasó toda su carrera (tanto en solitario como en su anterior proyecto: Duncan Dhu).
Con media hora de retraso alguien subía por primera vez al escenario del Búho Club; de momento no se trataba de Mikel Erentxun si no de Julio Unikorno que según sus propias palabras era el encargado de calentar el ambiente para el donostiarra. Julio Unikornio practica lo que él mismo viene denominando pop-de-autor ¿Pop-de-autor? Su propuesta es clara: guitarra y caja de ritmos, a veces timple y en otras ocasiones acordeón, canciones fugaces que sirven para pasar un buen momento con la única idea de escuchar música en vivo y divertirse, música sin pretensiones pero cuidada y trabajada… una pena que los allí reunidos fuesen simplemente a ver a Mikel Erentxun y pasasen por encima de Julio Unikornio (y cuando digo por encima me refiero a por encima de su volumen, hablando y riendo, como si nada estuviese pasando).
Tras un tímido “buenas noches” comenzó el concierto, un concierto que se abrió con Estampida, tema perteneciente a su último disco. Poco a poco las voces se fueron sosegando hasta convertirse solo en cuchicheos los cuales llegaron a su fin con los primeros acordes de Mañana, en ese momento comenzó la comunión entre los dos grupos bien diferenciados de asistes: grouppies de Duncan Dhu que siguen idolatrando a sus ídolos de la adolescencia y personas (o personajes) que han decidido pagar 22 euros para hablar de su vida apoyados en una barra mientras suena música de fondo (sinceramente ¿no hay mejor manera de gastarse esa pasta?).
Personalmente he de decir que Mañana no es una canción que me haya entusiasmado, de hecho, creo que Mikel Erentxun y Duncan Dhu nunca lo han hecho, pero debo decir que en directo esta canción gana a esa versión que los 40 siempre nos han puesto, puedo decir que con el final de esta canción Mikel Erentxun comenzó a ganarme y es que abandonó aquel pop tan pasteloso de Ojos Negros para jugar a ser Dylan o Springteen en castellano. Sí, puedo decir, que comenzando con Estampida y siguiendo con el final de Mañana Erentxun comenzó a calarme.
El concierto trascurrió dando saltos entre las canciones clásicas de la carrera en solitario de Mikel Erentxun y otras menos conocidas de sus anteriores trabajos como canción de despedida el guipuzcoano eligió su canción favorita de Detalle del Miedo: Éramos dos hielos. El mismo Erentxun reconoció que se trata de una de las canciones más desconocidas de su repertorio, tanto por pertenecer a su último trabajo como por el estilo de la misma, una canción intimista más propia de un artista del corte, por ejemplo, de Quique González.
Con Éramos dos hielos y tras 40 minutos llegó el “teórico” final del concierto, tanto Mikel como su acompañante, Rubén Caballero, abandonaban el escenario al que 5 minutos más tarde retornaría y sí, lo escribo en singular ya que únicamente fue Erentxun quien apareció en la primera parte del bis; solo, ya sin taburete, guitarra al ristre tocó un par de canciones tras las que Rubén Caballero de nuevo subió al escenario.
En ese momento la dinámica del concierto tuvo un gran cambio y es que Erentxun abandonó su repertorio en solitario para encarar las canciones que lo convirtieron en sex-symbol para las chicas de las primera final (las de filas posteriores nunca lo reconocerán ya que asistieron acompañadas al concierto por sus novios o maridos).
Sin duda el momento de máxima euforia fue cuando sonó En una Calle de París; sin duda fue un momento de regresión al pasado y el que la vena quinceañera, olvidada tras el maquillaje, salió a la luz, se coreaban los estribillos, se chillaban las estrofas y más que un concierto aquello se convirtió en una despedida de soltera en un karaoke. Momento que se alargó con la interpretación de Ojos Negros, convirtiéndose esta en un delirio colectivo.
De nuevo el donostiarra abandonaba el escenario, los gritos, los halagos, las súplicas… consiguieron que Erentxun apareciese por tercera vez en el escenario para interpretar tres temas más, entre los que estaba incluido Jardín de Rosas (una canción que siempre recordaré por estar incluida en una de aquellas cintas de cromo de mi padre, si mal no recuerdo, era la cara B de una cinta en la que la cara A eran Dire Straits). Y así llegamos al final del concierto.
Pasadas las horas, y reflexionando, puedo decir que los allí presentes asistimos a un buen concierto; un concierto con un repertorio cuidado, con un músico que comenzó frío pero que poco a poco se fue ganando al público hasta despedirse deseándole lo mejor al Tenerife y que pronto pueda visitar Anoeta en primera división (cosa complicada teniendo en cuenta la racha de ambos equipos).
La propuesta que nos trae Mikel Erentxun nos puede gustar más o menos ya que sobre gustos no hay nada escrito pero lo que es indudable es que el señor Erentxun es un profesional en su trabajo y un gran músico.
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