Es habitual que la fama de un grupo fagocite el valor de sus componentes cuando éste se disuelve, por ejemplo ¿quién es Mikel Erentxun sin Duncan Dhu? Pero en ocasiones sucede lo contrario, una vez disuelto el grupo, sus componentes brillan con luz propia. Éste sin duda es el caso de Iván Ferreiro.
Iván es un pequeño dios en el indie patrio, todo lo que toca se convierte en noticia y habitualmente cuenta con el beneplácito de la crítica (desde sus discos en solitario, como diversas colaboraciones o trabajos colectivos tales como Laboratorio Ñ o la reciente Orquesta Poligonera). Pero Ferreiro no solo cuenta con el beneplácito de la crítica sino que además posee un legión de seguidores que arropan todos y cada uno de sus proyectos. Y ante éstos presentó esta semana en La Laguna su último proyecto: Picnic Extraterrestre.
Pero previo al picnic del gallego Ferreiro asistimos a un piscolabis de la mano del cantautor hispano-palestino Marwan. Un microconcierto de cuatro canciones que sirvió de antesala al que el madrileño dará el 4 de Junio en el Búho Club. Un microconcierto que sirvió además para atestiguar que el volumen del sonido estaba demasiado alto para el recinto.
De Picnic Extraterrestre pasamos a Las Siete y Media, primero con Me Toca Tirar para más tarde atacar Extrema Pobreza donde asistimos a la anécdota del concierto: Iván Ferreiro, entre vítores de genio comienza con la canción y se produce el desastre, se equivoca, su reacción levanta la carcajada entre el público, pide perdón y aporrea el piano para una vez más comenzar con “tristemente puesta en píe…“.
Ciudadano A consigue levantar por primera vez al teatro de La Laboral, al igual que hace Jet Lag que concluye con unos arreglos de piano geniales, que dotan a la canción de un carisma totalmente diferente a la versión de estudio. Tras la misma comenzó un recorrido a través de samples y sintetizadores que terminó con la llegada de Toda la Verdad convirtiéndose en el clímax del concierto (a la espera de la canción deseada y solicitada por el público: Turnedo); y a través del Viaje de Chiriho se llegó al final con Mi Furia Paranoica.
De nuevo vítores, reverencias y aplausos en la platea del teatro; pasan los segundos y de nuevo Iván Ferreiro retorna al escenario, reverencias recíprocas entre el cantante y el público llevan a Ferreiro a sentarse frente al piano; y en ese momento, solo frente a su piano sonaron por primera vez Los Piratas con la increíble M, palmas en la platea que canta a coro el estribillo de esta gran canción (sí, me gusta ¿pasa algo?). Y sin cambiar el formato Iván Ferreiro decide tocar una canción olvidada en sus directos pero no por el público: Años 80, la voz de Ferreiro se funde con la del público y es el momento en que de nuevo Amaro y Emilio Saíz retornan al escenario acompañados por Marwan quien compartirá a dúo con Iván: S.P.N.B. al más puro estilo mariachi.
Y llegó el momento deseado por la mayoría de la platea: Turnedo, canción que aprovecha Iván para pasear y bailar de esa forma tan especial (¿tan solo me recuerda a mí a Ian Curtis?); el respetable canta, es feliz, ya da igual la latencia del recinto, ya puede terminar todo, ya tienen lo que quería. N.Y.C., Días Azules y la impresionante Piensa En Frío nos conducen al final, esto se termina llega el final tras romper las barreras del sonido… o no.
Y lo que parecía el final del concierto, con el público en píe aplaudiendo a Ferreiro se convirtió en la antesala del segundo bis. Una vez más Iván Ferreiro se sentó ante su piano y solo, ante el público decidió echar el resto, su elección: Promesas que no Valen Nada. Una canción que termina con los primero acordes de Insurrección un tema de El Último de la Fila pero que esta vez no se quedó en unos simples acordes, se convirtió en un tema dentro del set del gallego aunque si bien es cierto que él no la cantó si no que fue el público allí congregado.
Tan solo quedaba una bala en el revólver de Ferreiro quien de nuevo compartía escenario con su hermano Amaro y con Emilio Saíz, la elegida para cerrar la noche no fue otra que El Equilibrio es Imposible con la cual logró el equilibro entre Los Piratas e Iván Ferreiro, entre su pasado y su presente.
Sin duda un gran concierto de un músico de un carisma altísimo; un músico con ese poder mesiánico de ganarse al público antes de salir a escena. El único “pero” está claro, el lugar: butacas y un mal sonido (aunque en esto influyó el excesivo volumen), el único lunar en una noche que casi fue redonda.
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