Sin Límites (Limitless)

Una nueva droga aparece en la ciudad, es diferente a todo lo que conocemos hasta el momento; no afecta a nuestras percepciones de la realid...


Una nueva droga aparece en la ciudad, es diferente a todo lo que conocemos hasta el momento; no afecta a nuestras percepciones de la realidad, no altera nuestras emociones, es mejor, mucho más rica e interesante: aumenta nuestro aprovechamiento cerebral. Es genial, de hecho, yo mismo me la tomaría… pero nadie sabe sus efectos secundarios.

Inverosímil pero interesante, así podríamos definir el argumento de Sin Límites pero ahora viene lo más complicado hacer que la historia pueda llegar al espectador. Sin Límites comienza bien, con ritmo, como espectadores la vida de Eddie Morra nos interesa, queremos saber que va a hacer, a que aspira… pero en un segundo todo se viene abajo, Eddie, quien quiere ser un escritor de renombre da el salto a las finanzas y se convierte en bróker para más tarde pasar a ser la mano derecha del tiburón de los negocios… ¡por favor, estamos vendiendo nuestra alma al capitalismo y no quieren que nos demos cuenta!

Sin Límites se convierte entonces en un panfleto, un pastiche… un todo por la pasta! Adios sueños, esperanzas; hola dinero, coches y mujeres… ¡por favor! ¡qué tomadura de pelo! Por no hablar del final super-mega-moralista que se manda. Señores ¡qué Eddie Morra es un fraude! Por lo menos De Niro asume que es un cabrón en un mundo de cabrones… lamentable vamos…

Y hablando de De Niro: que no os engañe el cartel su presencia es simplemente testimonial y además su actuación está hecha sin ningún tipo de pasión.

Por hacerme sentir estafado para Sin Límites:


¡Ah! Se me olvida, las escenas de acción: una mierda.

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