La Pistola de mi Hermano

Adaptación, guión y dirección de Ray Loriga; la adaptación de la novela Caídos del Cielo escrita por el propio Loriga supuso su debut en e...


Adaptación, guión y dirección de Ray Loriga; la adaptación de la novela Caídos del Cielo escrita por el propio Loriga supuso su debut en el mundo del celuloide era 1997 y su mujer por aquel entonces Christina Rosenvinge ya era la reina del indie.

A Ray Loriga siempre se le ha colgado la vitola de rarito y de cervecero y La Pistola de mi Hermano no hace más que mostrar esa etiqueta una y otra vez. Cervecero porque es constante el ir y venir del líquido elemento, de una mano a la otra, de un personaje al otro, de una escena a la siguiente… se bebe tanto como su fuma, evidentemente, en aquel 1997 aun dejaban fumar en cualquier lado pero bueno, dejemos lo de cervecero que al final no sabremos si es una virtud o un defecto y vayamos a lo de rarito.

En La Pistola de mi Hermano el protagonista apenas come, no tiene amigos y poco o nada dice; su ídolo Bruce Lee, aunque coquetea con Bowie o Kurt Cobain… evidentemente no hace falta decir que este chico (de nombre desconocido) representa a una generación que poco o nada tiene que hacer o decir, solo sobrevivir a la espera de su muerte. Vamos, la idea es buena, francamente buena.

¿Es entonces La Pistola de mi Hermano una obra maestra? Pues tristemente no; no porque grande frases o momentos (el momento en el que el chico destroza la televisión es antológico) quedan sumergidas bajo toneladas de ego personal y es que parece que La Pistola de mi Hermano en ciertos momentos se convierte en un videoclip de promoción, promoción de su guionista que se vende al público como Billy Corgan, vamos, como un artista incomprendido y torturado…

Y es que la analogía con Billy Corgan es interesante: Corgan triunfó al frente de los Smashing Pumpkins cantándole al negro futuro de su generación, triunfó pero su ego terminó dejándolo solo, incluso con nombre pero sin banda… por su parte Loriga triunfó escribiendo sobre el futuro negro al que se dirigía nuestra sociedad, encabezada por una generación que no tenía fe en nada, ni en si misma; Loriga, al igual que Corgan, se convirtió en icono cultural pero como Corgan se creyó intocable: saltó a la gran pantalla donde fue vapuleado por crítica y público… y al final se quedó solo y Rosenvinge se fue con Vegas.

De Loriga poco se ha vuelto a saber Teresa, el Cuerpo de Cristo película que creó una gran expectación pero que realmente casi nadie vio y un mito, Loriga, creador maldito que con su adaptación, dirección y guión se ha alzado con:

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