Russian Red en el Moon Club

Doce y cuarto de la noche y con el Moon Club hasta la bandera se apagan las luces, comienza la locura: gritos, chillidos, declaraciones de a...

Doce y cuarto de la noche y con el Moon Club hasta la bandera se apagan las luces, comienza la locura: gritos, chillidos, declaraciones de amor... ¡dios mío! ¿Me he equivocado y me he venido por error al concierto de Maná? No, no, ése ya ha sido ¿Han cambiado el artista y llega el último producto de Operación Triunfo? Ah no, por fin fracasó ese programa. Entonces, ¿qué ha sido de aquella niña parapetada tras una guitarra que se convirtió en la princesa del folk patrio tras colocar una de sus canciones en un anuncio de helados?


Pues nada o casi nada queda de aquella chica tímida que apenas miraba a los ojos tras terminar el concierto. Y es que ahora Russian Red es algo más que Lourdes Hernández, ahora llega acompañada por su banda, que todo sea dicho, le roba bastante protagonismo sobre el escenario. Atrás quedan aquellos conciertos tan mágicos e íntimos en los que Lourdes Hernández aparecía en el escenario tal solo con su guitarra y su voz... eran otros tiempos, era otra imagen y porque no decirlo: los asistentes a sus conciertos eran muchos menos.

Pero volvamos a la noche del viernes: Russian Red llegaba para presentar su segundo trabajo Fuerteventura, el cual ha sido producido por la multinacional Sony, un disco mucho más escuchable para el gran público pero a mi modo de ver (y sí, aquí me mojo) demasiado pretencioso... Veo que de nuevo me desvío del tema, perdón.

Con retraso comenzó el concierto de la cantautora madrileña y su banda, una sonrisa al público y por delante una hora de música en la que desgranó el ya mencionado Fuerteventura, recuperó un par de canciones de su primer disco I Love Your Glasses (creo recordar que Cigarettes y Nice Thick Feathers) e incluso una versión de Johnny & Mary de Robert Palmer, para terminar el concierto con otra versión, esta vez a dúo con Charlie Bautista, del archiconocido I'm Sorry de Brenda Lee.


Tras una hora (exacta) de concierto Russian Red abandonaba el escenario, comenzaba entonces el típico paripé de gritos y aplausos a la espera de una nueva entrega. Segundos después de nuevo en el escenario sonaba música, allí estaban Russian Red y sus chicos para tocar Everyday Everynight. A su conclusión aplausos y saludos al público y de nuevo al camerino. Pero de allí nadie se quería ir, minutos después de nuevo Russian Red saltaba al escenario, pero esta vez sola, y guitarra (eléctrica) en ristre disparaba su última bala.

No diré que fuera un mal concierto pero por mi parte puedo decir que ha sido muy decepcionante, decepcionante ver como Russian Red abandona aquel intimista folk para caminar hacía un pop anodino y soporífero, y es que la princesa del indie ya no es ni indie y mucho menos princesa... menos mal que de momento nos quedan Anni B. Sweet o Alondra Bentley.

Artículo escrito para el portal musical Muscana.
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