Nos sentamos ante la televisión y con más pena que gloria saltamos de canal en canal hasta aburrirnos y apagar el aparato. Pero de lo que no somos conscientes es que tras esos programas hay personas trabajando, Morning Glory nos lleva detrás de las cámaras.

Evidentemente no se trata de un documental sobre como funciona la televisión, de hecho, es muy probable que pretenda ser todo lo contrario, una comedia sencilla donde chica conoce a chico en un mundo hostil. Pero si tan solo se quedase en eso Morning Glory carecería totalmente de chispa (y no es que vaya muy sobrada de la misma), así que va un paso más allá y a la trama amorosa le añada otra laboral ¿o es al revés? Pues probablemente sí, para completar la vida de nuestra prota (Rachel McAdams) mezclamos mucha vida laboral con un poco de vida amorosa (y unas braguitas muy sexys).

Podríamos decir entonces que nos encontramos ante la versión periodística de El Diablo Viste de Prada (de hecho, la guionista es la misma): nuestras protagonistas (McAdams y Hathaway) son dos jóvenes entusiastas que luchan hasta la extenuación por sus carreras ante "el mal" (vamos, ese jefe gilipollas y piojoso que todos hemos tenido en algún momento) en este caso es Harrison Ford y un poquito (apenas nada) Diane Keaton. Está claro que ninguno de los dos está en uno de sus mejores momentos, que no lucharan por alzarse con un Globo de Oro o un Oscar por su interpretación en esta cinta pero tampoco se arrastran por la pantalla, sin duda la máxima que dice que "quien tuvo, retuvo" aquí se cumple a la perfección.

¿Merece la pena Morning Glory? Si lo que buscamos es buen cine o la sustituta de Buenas Noches y Buena Suerte está claro que no pero en cambio si nos conformamos con una comedia blanda que nos robe un par de sonrisas sí, es posible que Morning Glory pueda encajar en nuestra búsqueda. Morning Glory se deja ver, no es un desastre y nos saca de nuestra apatía domincal, por todo ello he decidido otorgarle: