Morir a 8.000 metros (y II)

Pero podremos hacerlo a pie, portando al herido, un trabajo colaborativo donde la salvación de una vida convierta en héroes a todos los part...

Pero podremos hacerlo a pie, portando al herido, un trabajo colaborativo donde la salvación de una vida convierta en héroes a todos los participantes en el rescate. ¿Podremos? En el Himalaya avanzar 100 metros puede suponer horas de trabajo y esfuerzo debido a las condiciones en las que nos encontramos y surge el gran dilema: ¿merece la pena arriesgar más vidas humanas para salvar (o intentar salvar) a un solo individuo? A más de 7.300 metros de altitud un paso supone 15 respiraciones. Ahora, amigo lector, piensa cuántas haces tú al volver cargado del supermercado y te harás una pequeñísima idea de lo que cuesta dar ese paso en condiciones normales, ya no tenemos en cuenta el viento o demás factores habituales en el camino hacia nuestra cumbre, hacia nuestro compañero, hacia la víctima.

A 7.300 metros de altitud no se descansa: no se consigue dormir, nuestro sistema digestivo es mucho más lento, el cerebro apenas se alimenta y es que el hecho de vivir –vivir, respirar, latir…- quema más energía de la que nuestro cuerpo es capaz de ingerir… además tendremos que tener en cuenta que siempre rondará la posibilidad de sufrir un edema pulmonar o cerebral por la mala aclimatación a la altura… Por cierto, a partir de 7.500 metros la aclimatación no es posible para el ser humano y es que es imposible compensar el gasto de energía durante el tiempo de reposo, simplemente se muere de agotamiento a pesar de estar quieto. Como podéis imaginar, cuando moverse por sí mismo es tan complicado, cargar con alguien es tan solo imposible (por no hablar de que subir desde el Campo 3 no es pasear por El Retiro o por el García Sanabria: pendientes pronunciadas, aristas, caídas…).

Simplemente torcerte un tobillo a 7.500 metros supone parar y parar supone morir.

Un helicóptero inicia su vuelo desde el campo base del Dhaulagiri

Aquí os puede interesar

0 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?