Morir a 8.000 metros (I)

Caminas por la calle, apoyas mal y tu pie se dobla violentamente, en cuestión de segundos y de centímetros –los que separan la calle de la a...

Caminas por la calle, apoyas mal y tu pie se dobla violentamente, en cuestión de segundos y de centímetros –los que separan la calle de la acera- se ha esguinzado tu tobillo. Cojeas un poco para llegar al trabajo o a casa y le pones hielo, una cremita, unos mimos… vamos lo que tu madre te ha hecho desde pequeño. Si días más tarde te duele acudirás a tu médico de cabecera, que te vendará el tobillo, te dará un anti-inflamatorio que probablemente ya te hayas tomado en casa y en dos semanas serás de nuevo una animal de asfalto al 100%.

Lo que os acabo de contar no es ninguna novedad para nadie, no descubro nada y la verdad incluso he podido parecer un tío la mar de aburrido pero el título ha hecho que comencéis a leer este post sobre la muerte, sobre los 8000 metros.

En los últimos tiempos las muertes de himalayistas salen en la prensa: Iñaki Ochoa de Olza, Tolo Calafat, Alexei Bogolov o más recientemente Juanjo Garra, quien sufrió un accidente menor en su tobillo y terminó falleciendo. Pero, ¿por qué no se les rescata y ya está? Simplemente porque no se puede y es que las condiciones del Himalaya son únicas en el mundo, únicas para escalar y por supuesto únicas para (no) rescatar.

Cuando alguien sufre un accidente en alta montaña siempre pensamos “ahora suben dos en un helicóptero, lo tumban en una camilla y lo bajan” pero no, los helicópteros tienen lo que se conoce como techo de vuelo, es decir, una altura máxima a la que poder operar. En un helicóptero no sería tan solo volar si no estabilizarse para realizar cualquier tipo de maniobra. En el Himalaya hay un helicóptero que sube hasta el denominado Campo 3 (a unos 7.300 metros) pero a partir de ahí comienza la Banda Amarilla, ese lugar donde volar es cuestión de suerte, de las condiciones, de… de vaya usted a saber.

Actualmente el récord de un rescate en altura lo posee Maurizio Folini, quien a mandos del helicóptero de Simone Moro logró la evacuación de un montañero canadiense (Sudarshan Gautam, de origen nepalí y amputado de ambos brazos, pero eso ya es otra historia) a 7.800 metros. Entonces, ¿es imposible volar en helicóptero a más de 7.300 metros? Realmente no, ha habido un asalto a los 8.800 metros pero al helicóptero le habían retirado todos los elementos internos para aligerarlo y tan solo podía llevar al piloto, es decir, llevar a cabo un rescate con dicho aparato sería imposible; además de las modificaciones realizadas en el aparato las condiciones para su ascenso fueron únicas.

Simone Moro posa con el helicóptero con el que realizó el rescate

Un helicóptero (supongo que el resto de aeronaves también pero no puedo asegurarlo ya que no me he informado) vuela por la diferencia de presión entre la parte superior de la pala y la parte inferior de la misma. Estas diferencias de presión caen con la altura ya que dependen de la densidad del aire, siendo esta densidad a 8.000 metros tan solo un 20% de la que podemos encontrar a nivel del mar. Entonces la solución es fácil: hagamos helicópteros que puedan volar con tan solo un 20% de la densidad “normal” del aire… bien, sería una gran idea si no existiese el JetStream.

¿El JetStream? ¿Qué leches es el JetStream? Pues el JetStream son unas singulares rachas de viento de unos 180 kilómetros por hora que nos encontramos de manera habitual en las cumbres del Himalaya… como véis, llevar un helicóptero hasta esas cotas es una auténtica osadía.

Mañana podréis disfrutar de la segunda entrega

Aquí os puede interesar

0 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?