Hace unas semanas, enfrascado en la lectura de un libro del que hablaremos en próximas fechas, me encontré el nombre y parte de la historia de Emil Zatopek, una historia que me ha parecido impresionante y que hoy me gustarÃa compartir con vosotros.
Zatopek era la imagen de la agonÃa cuando corrÃa, un hombre al borde del desfallecimiento constante, con unos brazos que oscilaban demasiado, una boca que cogÃa oxigeno a mordiscos desfigurando su rostro, un hombre que más que correr parecÃa pedir clemencia mientras escapaba de un pavoroso perseguidor y es que como él mismo reconocÃa "no tengo tanto talento como para correr y sonreÃr al mismo tiempo". Pero bajo esa apariencia de vivir al lÃmite Zatopek era una máquina de devorar kilómetros. Una máquina que logró cuatro oros y una plata olÃmpica y 28 récords mundiales.
Los primeros años deportivos de Zatopek fueron difÃciles y es que el escenario europeo era convulso: la Segunda Guerra Mundial estaba en su "esplendor" y las tropas alemanas desfilaban por las calles de Checoslovaquia asÃ, como podéis comprender, Zatopek corrÃa cuando y donde podÃa (incluso en el pasillo de su propia casa) suficiente era sobrevivir.
Zapotek tenÃa muy claro que su rendimiento dependÃa del número de horas de entrenamiento asà que al final de la guerra se alistó en el ejercito (donde logró convertirse en general avalado por sus éxitos deportivos) lo cual le dio una mayor libertad de entrenamiento llegando incluso a lograr correr 1000 horas anuales, 800 kilómetros al mes (para los de letras: más una media maratón al dÃa) y es que Zapotek creÃa que cuanto mayor fuese la dureza de sus entrenamientos mayor serÃa su rendimiento en la competición, cuentan que tras la instrucción del dÃa Zapotek salÃa a correr por el bosque con sus botas militares (se negaba a utilizar zapatillas deportivas cuando no eran eventos oficiales) en los pies y con su esposa Dana en la espalda.
En 1946 lograrÃa un quinto puesto en el Campeonato de Europa de 5000 metros. Dos años más tarde en los Juegos OlÃmpicos de Londres 48 se alzarÃa con un oro (en los 10 kilómetros) y una plata (en los 5.000 metros) pero el nombre de Emil Zapotek siempre estará unido a Helsinki un lugar que como él mismo declaró vio "los dÃas más maravillosos de mi vida de deportista". En Helsinki 52 logró llevarse tres oros: el de 5.000 metros, el de 10.000 metros y el de maratón en su primera participación en una maratón! Zapotek se retiró en 1958, a los 35 años y con una hernia que llevaba acompañándole tres años, se retiró tras disputar el Cross Internacional de Lasarte (sÃ, sÃ, en Guipúzcoa).
Pero la vida no fue justa con Zapotek que fue degragado, apartado de la vida pública (incluso se le negó residir en Praga) cuando en 1968 apoyó públicamente a Alexander Dubcek (quien buscaba un socialismo más humanitario en contra del comunismo duro que la URSS querÃa imponer en Checoslovaquia) ante la invasión soviética. Perdió su graduación militar, expulsado del Partido Comunista y condenado a limpiar urinarios en una mina de uranio al noroeste del paÃs asÃ, con una sonrisa, aguantarÃa seis años hasta ser "ascendido" a barrendero de la ciudad de Praga donde la gente, cada vez que lo reconocÃa, lo ovacionaba y le ayudaba con sus tareas de limpieza. En vista de la situación el régimen decide entonces apartarle de las calles de Praga y enviarle a cavar agujeros para colocar postes del telégrafo.
Y aunque la URSS intentó derribar el mito sus compatriotas siguieron adorándole y presionando al gobierno para devolverle su gloria a aquel hombre libre que corrÃa hasta que en 1975 se le devolvió parte de su reconocimiento cuando "voluntariamente" firmó un papel reconociendo que habÃa sido un error su apoyo a Dubcek. Tras esto Emil acabarÃa de archivista en el Centro de Información de Deportes.
Emil Zapotek fallecÃa en el 22 de noviembre de 2000 victima de un derrame cerebral, hoy en su lápida reza Olimpisky Vitez (Héroe OlÃmpico) y unos anillos olÃmpicos adornan su memoria.
Como ya hemos dicho Emil Zapotek era una máquina de devorar kilómetros pero hay algo que no cuentan las estadÃsticas de él, no hablan de su carácter. Un carácter abierto y dicharachero, una persona cercana y sencilla que emanaba optimismo, un hombre que ganaba en las pistas pero que triunfaba fuera de ellas entre sus rivales, un hombre que regaló un oro olÃmpico a Ron Clarke cuando el australiano fue a visitarle tras las olimpiadas de Mexico 68. Clarke regresaba a Australia sabiendo que las crÃticas por no lograr hacerse con una medalla serÃan enormes y decidió visitar a su amigo Emil, un hombre represaliado, introduzco algo en la maleta de su amigo australiano, algo que este pensó que se trataba de contrabando o quizás un mensaje al mundo exterior, algo que acompañó con un abrazo y un "porque te lo mereces" ya en el avión Clarke abrió el paquete y dentro no encontró contrabando o un mensaje, dentro encontró una medalla de oro ganada por su amigo en los 10.000 metros sen Helsinki 16 años antes... un gran deportista en las pistas, una persona excepcional fuera de ellas.
0 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?