Lo reconozco: Cristina Cifuentes es un personaje que no me hacía en absoluto bien, es más, me senté ante la televisión con la esperanza que la entrevista avalase mis opiniones sobre la Delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, así que, con el cuchillo entre los dientes esperé tranquilo a que Risto comenzase a disparar y Cifuentes a contestar y, previsiblemente, a caerme mal.

Pero la primera sorpresa me la lleve en la presentación de la invitada: agnostica, republicana, defensora de la sanidad pública y del matrimonio homosexual... vestida de impoluto blanco citaba a Borges ¿en serio esta es la misma mujer a la que le gusta apagar los incendios con un bidón de gasolina? Mi barbilla golpeaba el suelo fruto de la estupefacción. Un grado de  estupefacción que aumentaba sin cesar cuanto más argumentaba sus posiciones... ¡leches, Cristina Cifuentes está incluso mucho más a la izquierda que alguna que conozco que vota al PSOE! Y aquí surge mi gran duda: Cristina ¿cómo puedes pensar de manera tan opuesta a las directrices del partido que te da comer?

Solo hay una solución. Un solución que nos lleva a una bifurcación: ¿ahora o antes? ¿"Ahora o antes" qué? Te preguntarás tú; pues bien, Cristina Cifuentes miente ahora o lo ha hecho antes.

Miente ahora cuando se posiciona como una persona aperturista, tratando así de limpiar su imagen, la de una persona que ha autorizado cargas contra personas que reclamaban un mundo mejor... vale, quizás acabo de pecar de demagogo, pero innegablemente Cristina Cifuentes se rige por las consignas que su partido, al que hoy ha criticado de fondo, dicta...

¿Mintió Cristina a Risto? Quizás no pero entonces mintió al Partido Popular cuando abrazó su ideario. Estamos de acuerdo en que pertenecer un partido no implica abrazar completamente su ideario pero indudablemente sí buena parte del mismo y a esa buena parte Cristina, la que viste de virgen blanca con su culo en el chester de Risto, se ha posicionado en contra. Pero no solo miente al PP si no también a todos aquellos a los que le pidió sus votos, personas que confiaban en que Cristina Cifuentes cuidase de sus ideas (e incluso almas).

En ese momento, mi corazón pide creer a esa persona que me da penita por que ha sido perseguida por la calle y vilipendiada en las redes sociales pero mi razón me dice "mientes, mientes, mientes Satanás aunque vistas de blanco"... pero a Cristina se le cayó la careta en un momento: mientras trataba de defender la libertad de expresión y de manifestación dijo la maravillosa frase de "las multitudes en general son malas"... bien, bien, bien ahora llega me pregunta ¿cuándo son malas? Son malas siempre: por ejemplo cuando rodean el congreso de los diputados. Pero a veces son buenas, por ejemplo, cortar la Castellana para celebrar una misa o invadir la plaza de Colón para celebrar el triunfo de la selección de fútbol... ¡ay! Hemos llegado al tema sensible, me da la sensación que la justicia, tal y como está demostrando la Casa Real, no es igual para todos ni que todas las multitudes se miran bajo el mismo prisma.

Pero Cifuentes vuelve a la carga (ojo a la polisemia de los vocablos) hablando de Cataluña "Cataluña es un gran país" dice ella y ante la cara de estupefacción de Risto que en ese momento, como yo, tenía la mandíbula en el suelo, agrega "pero dentro de España, España es una gran nación"... a ver, a ver, a ver acabo de escuchar ¿estado federal? ¡Cristina, me desconciertas!

Termina este chester y ya no sé que pensar, ..., bueno sí: Rosa Diez fichala antes que pueda formar partido propio y arruine tu reino taifa.