Y casi sin tiempo para echar de menos los viajes se presenta una nueva temporada (la segunda) de Viajando con Chester. Una temporada que arrancaba a lo grande con la presencia de dos periodistas de postín: Luis del Olmo y Pedro J. Ramírez. Dos seres que reconozco abiertamente que me producen antipatía, el primero porque va de justo, libre, honesto, humilde y objetivo y creo que por lo menos la última calificación no es correcta. Después de Luis del Olmo pasaremos a Pedro J. Ramírez exdirector de El Mundo (diario que él mismo había fundado), ex de Diario16 y marido de su mujer: Ágatha Ruíz de la Prada entre otras muchas cosas. Un hombre que se empecinó en que el 11M fue causado por ETA y que más que informar, a lo largo de su vida, ha desinformado e intoxicado.

Como podéis comprobar estaba claro que este primer viaje en chester de la temporada iba a dar mucho juego.

La conversación con Luis del Olmo tuvo quizás la entrada más teatral que hasta el momento haya tenido un chester y es que del Olmo aparecía en el fondo de un pasillo presidido por un chester y flanqueado por dos escaleras caracol, allí, en el Museo de la Radio, aguardaba Risto al "jubilado" comunicador quien tras un coqueteo inicial terminaría compartiendo con Risto el primer chester de esta segunda temporada. Un chester que se puede dividir en dos claras temáticas: actualidad y el acoso que sufrió Luis del Olmo por la banda terrorista ETA al principio de este milenio.

Sin duda el momento más personal de la entrevista fue cuando Luis Del Olmo explicó como en 2001 ETA intentó atentar contra él en ocho ocasiones. Comprendo el posicionamiento de Luis del Olmo cuando pide que los terroristas cumplan integramente sus penas de cárcel y es que vivir con miedo a no saber si aquella persona que está al fondo del pasillo de cualquier centro comercial intentará acabar con tu vida debe ser realmente insufrible, entiendo que Del Olmo hubiese comprado billetes para huir del país ya que más allá de su propia seguridad está (y estaba en aquel 2001) la de su familia.

Me pareció insólito y alucinante la tranquilidad con la que Luis Del Olmo cuenta que se hizo con una pistola pero me alegra escuchar que ese día que pasó pegado a la misma fue aun más duro que el resto. Pensar en poder matar o en tener que disparar puede ser incluso más atroz que le miedo a ser tiroteado.

Pero vayamos a la parte de actualidad donde Luis del Olmo demuestra que solo es un matón trasnochado y un claro ejemplo es el "yo mató por Cataluña pero yo también mato por el resto de España", Del Olmo pertenece a esa camada de periodistas que creen en guerras y en matar por sus ideales cuando sería mucho más efectivo defender los propios aceptando los contrarios... el lenguaje, herramienta de trabajo de este hombre durante muchísimos años, lo retrata a la perfecto. Un discurso agresivo, un discurso que divide entre los míos y el resto, un discurso que no cierra heridas ni acerca posturas si no todo lo contrario.

Pero sí, es cierto que Luis del Olmo defiende sus ideales, defiende a su amigo el monarca atacando el poco cariño que Risto tiene por el mismo, defiende a la hija de esté en un acto machista donde dice que en su casa las decisiones importantes las toma él, dejando a su mujer a un lado... interesante para un hombre que dice ser progresista. Defiende, como no podía ser de otra manera, los ideales de un hombre progresista... espera... no, Del Olmo se declara votante del PP... espera... ¿progresista? Luis del Olmo es un señor que ha hecho radio durante muchos años, que ha participado en labores maravillosas pero un hombre que no informa si no que se vale de su teórico pluralismo para intentar aleccionar a aquellos que le escuchan, un hombre que se sienta ante el malvado Risto para demostrar que no hay nada que temer y que sin duda se puede salir airoso de una entrevista con el publicista catalán.

Desde mi punto de vista considero que el discurso de Luis del Olmo tan solo genera crispación y es que por muy buenas palabras que use no busca el acercamiento si no el posicionamiento a un lado de la línea viendo como enemigo a aquellos que se encuentran del lado contrario. Realmente triste.