Los créditos de La Ladrona de Libros asoman por la pantalla y tengo claro que no he visto una mala película: sus actuaciones son correctas, su historia es interesante, su fotografía está realmente cuidada, la banda sonora de John Williams acompaña a la imagenes como un guante... entonces ¿por qué no tengo ganas de recomendar La Ladrona de Libros a nadie? 

Pues muy posiblemente porque esta cinta se trata de un caramelo de Hollywood totalmente estudiado para ganar muchos premios y sobre todo para no molestar a nadie. Ningún judío se va a sentir herido, ningún alemán pasará vergüenza por las tropelías de Hitler, ningún negro se sentirá lastimado por Jesse Owens... y es que La Ladrona de Libros es un film sobre la II Guerra Mundial en el que la gente no muere, no pasa hambre e incluso se atreve a ser feliz. 

Nada falta en la vida de nuestra niña cleptómana y aunque su madre sea una mujer sucia y huraña ella será la más guapa y resplandeciente de la clase y es que aunque pase su vida en un sótano todos la querrán y a aceptaran como a una más. E incluso, aunque sea sirviente en una casa pronazi, ella se convertirá en el hijo perdido... vamos, no sabemos si estamos en lo más crudo de la II Guerra Mundial o en campamento de boy-scouts... ahora comienzo a entender por qué no tenía ganas de recomendar esta cinta.

Que sí, que La Ladrona de Libros no es una mala cinta pero también es cierto que no se olvida de ninguno de los clichés sobre esos nazis que intentaban destruir toda cultura que no fuese la suya: que si piras de libros, que si cantos constantes, que si alabanzas al Reich... oye, que me suena que esta cinta ya la he visto... por que sí, en el fondo, La Ladrona de Libros es un pastiche con happy-end ¿o acaso dudabais que nuestra niña no terminaría bien? ¡Qué esto es Hollywood y la idea principal es levantar estatuillas!

Por todo ello, he decidido otorgar a La Ladrona de Libros: