Leí Espinete no existe y sin saber nada más sobre el libro o el autor me hice con él, en ese momento, aunque yo era incapaz de escucharlo una voz en off decía aquello típico del anuncio de seguros "¡¡¡error!!!" ¿Error?¿Por qué? Pues dejémoslo claro desde el principio Espinete no existe es un libro divertido para ojear y para comentar pero no para leer pero ¿es culpa del libro o es culpa del lector? A continuación hallaremos la respuesta.

Espinete no existe nace a partir de un monólogo que lleva más de una década representándose en la Gran Vía madrileña, un monólogo que habla del paso del tiempo a través de los objetos o situaciones que han marcado nuestra infancia (o la infancia de aquellos que han nacido en los setenta y ochenta), a través de situaciones, juguetes o anuncios Aldán ahonda en la nostalgia del espectador, en el caso del monologo, o en del lector en este caso.

Cierto que lo hace de manera amena, divertida y cercana, que muy posiblemente nos transporte a nuestra propia infancia, aunque debo que los diez años que nos separan de Aldán han hecho que ciertos objetos o artículos de broma sean demasiado "antiguos" para mí, pero Espinete no existe no llega a crear un hilo conductor que nos invite a seguir y seguir. Cuando te sientas con Espinete no existe entre las manos las páginas vuelan, su lectura es fácil incluso a veces puede pecar de frívola. Y también es cierto que mientras lees Espinete no existe lo más probable es que una sonrisa se dibuje en tus labios.


Pero como ya hemos señalado el problema que he encontrado es que en ningún momento encontramos un hilo que nos invite a seguir avanzando: al tratarse de "escenas" tan pequeñas en ningún momento he tenido la necesidad de leer más, es decir, el libro (que me hacia pasar un buen rato) me parecía intrascendente y no me motivaba a conocer o saber más porque aunque Aldán haya intentado agrupar sus historias. No, lo siento, no funciona. 

Espinete no existe esgrime aquello de "cualquier tiempo pasado fue mucho mejor" o quizás es que hemos crecido y sonreímos a nuestra candidez perdida, no lo sé... sí, sé es que Espinete no existe no dejará demasiado poso en mí, lo siento.