El Silencio de Álvaro Siza

En ocasiones los genios son aquellos que no levantan la voz, que pasean en silencio por los pasillos como si en ocasiones se tratasen de alm...

En ocasiones los genios son aquellos que no levantan la voz, que pasean en silencio por los pasillos como si en ocasiones se tratasen de almas purgando sus pecados, son discretos, humildes y sin excesos. Personas calladas que cuando hablan dictan sentencias capaces de escucharse entre el ruido más ensordecedor.

Álvaro Joaquim Melo Siza Vieira nace en Matosinhos, en el vecino Portugal y desde pequeño sueña con ser escultor, al final lo ha conseguido, pero no esculpe estatuas, esculpe edificios, obras de arte de dimensiones colosales. Se matriculó en Arquitectura para no contrariar a su padre, sin saber que al final esculpiría grandes obras como el Centro Gallego de Arte Contemporánea.

Siza, discípulo de Fernando Tahova, representa la unión entre cultura y naturaleza, en silencio, ambas se dan la mano para crear parajes singulares, lugares agradables para el visitante que en ningún momento llegar a las extravagancias del postmodernismo tan en boga en las últimas décadas. Y es que para el luso “el arquitecto nunca debe ser más importante que el edificio”. Las líneas límpidas, dibujos poéticos, paisajes armónicos… y es que Siza no tiene prisa (¡Horrible obsesión por la prisa! Dice el portugués), es un poeta que pretende captar los pequeños matices de las efímeras imágenes que su talento es capaz de crear.

Y es que como decíamos antes, Siza recorre en silencio, sin molestar y sin alzar la voz, los caminos de la arquitectura; por que en ocasiones, los genios pasean en silencio como se tratasen de almas purgando sus penas, lejos de los focos o de las miradas indiscretas.

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