Roma: el comienzo del viaje

Cuando vuelvo de un viaje me siento ante el ordenador (me da igual que sea un portátil o uno de sobremesa) y comienzo a describir el viaje “...

Cuando vuelvo de un viaje me siento ante el ordenador (me da igual que sea un portátil o uno de sobremesa) y comienzo a describir el viaje “fui por aquí”, “vi esto”… pero esta vez todo es diferente ¿por qué? Por que el destino era (y es) colosal.

Muchos de vosotros ya sabréis que la pasada semana la pasé en Roma, Roma “la ciudad eterna” dicen de ella y no mienten. Roma es uno de esos lugares caóticos y sucios, extraños y desesperantes pero acogedores y especiales. Me reía cuando antes de comenzar el viaje me hablan de Roma y su “energía”, pensaba que se trataba de cuentos de personas pasionales que usan perfectos calificativos para definirlo todo, pero ahora, ya de vuelta, entiendo lo que han querido contarme. Roma es sin duda la cuna de una civilización, de nuestra civilización, y un viaje obligado.

Esta vez no os puedo contar que detrás de la tercera esquina bajando por la quinta calle encontrarás algo sensación porque en Roma, cada esquina es un mundo, cada calle es parte del pasado, del presente y del futuro, Roma se vive paseando, paseando sin prisa, sin el agobio de “tener que ver”, sin estrés, Roma se disfruta sentado en las escaleras de cualquier plaza bajo la sombra de la columna romana, de un obelisco egipcio, de una fuente renacentista… Y es que hay tanto que ver, tanto que pasear, tanto que respirar…

En los próximos días (o meses, o en momentos puntuales) repasaré alguno de los rincones que me han tocado de Roma. No podré hablar de sus calles plagadas de gente, no sabré explicarlas, esas calles solo se pueden disfrutar allí, sin prisa y a poder ser con un capuccino en la mano ¿comenzamos este viaje?

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