Tras mucho pensar por donde comenzar nuestro paseo he decidió empezar por uno de los lugares más míticos del mundo, sí, digo del mundo o ¿Quién no recuerda a Anita Ekberg pidiendo a Mastroiani que la siga a través de sus aguas? Sí amigos, se trata de la Fontana de Trevi.

En todas las conversaciones hay una persona que dice lo siguiente “pues a mí la Fontana de Trevi ne decepcionó”, yo me pregunto ¿acaso que esperabas? ¿un castillo medieval? La Fontana de Trevi es la mayor fuente barroca de Roma y forma la esquina más perfecta imaginable entre la Via Poli y la Via de la Stamperia.

La actual fuente es obra de Nicola Salvi, aunque la majestuosa imagen de Neptuno que corona la fuente es obra del escultor Pietro Bracci (mientras que las estatuas laterales: la de la Abundancia y la de la Salubridad son obra de Filippo Della Valle). Da igual a la hora que os acerquéis a la Fontana (merece la pena sentarse a contemplar sus esculturas, escuchar como cae su agua…), da igual que sean las dos de la tarde o las dos de la mañana, la Fontana siempre tendrá vida, en ella siempre habrá un turista arrojando monedas a la fuente* e incluso nosotros fuimos testigos de una pedida de mano (la chica dijo sí). Algunos me llamareis loco pero he vuelto de Roma con la sensación que la Fontana de Trevi es el centro del mundo, que es el punto sobre el que todo gira… sentado ante la Fontana y desviando la vista por un segundo podrás ver todos los colores, escuchando a tu alrededor podrás escuchar todas las lenguas del mundo... y es que repito, la Fontana de Trevi es el centro del mundo.

Y jamás olvidaré como avanzando por Via delle Muratte entre las conversaciones de los viandantes se escucha un murmullo que poco a poco va creciendo… “¿escuchas el agua de la Fontana?”, pregunté, ahora, sentado ante esta pantalla puedo deciros que jamás olvidare el sonido de la Fontana.

*¿A dónde ira “la recaudación” de la Fontana de Trevi? La respuesta mañana.