Él creció rodeado de música, ella creció rodeada de libros, él creció en una pequeña ciudad, ella creció en un gran pueblo, ella estudió una carrera, él siempre esquivó los libros… él y ella pueden parecer dos personas sin nada en común pero una rata los acerca.

¿Una rata? Sí, una rata, una rata con la que crecieron y aprendieron, una rata que hace unos días (el 7 de diciembre) fallecía a los 63 años. ¿Una rata? Sí, es la segunda vez que lo preguntáis y la segunda vez que os contesto afirmativamente.

Dicha rata se trata de Mark Ritts o como era más conocido Lester, la rata del Mundo de Beakman, aquel loco doctor que nos enseño la ciencia que en clase no lograban hacer. Lester murió de cáncer de riñón.

Pero Ritts era mucho más que una rata: productor, titiritero (daba vida a uno de los pingüinos de El Mundo de Beakman, ¿los recordáis?) y asesor de imagen podía poner su tarjeta pero está claro que nosotros siempre lo recordaremos embutido en su raido traje de 30 libras con una cola de 6 metros.

Se va parte de nuestra infancia y ya sabeis: …algo se muere en el alma, cuando una rata se va.