El Señor Ibrahim y las Flores del Coran nos cuenta las vidas de Ibrahim propietario de una tienda en un barrio marginal de Paris y de MoMô, un joven que vive con su padre en el mismo barrio. Dos personas que por diversos motivos se encuentran solas y que en un determinado momento, fruto de la casualidad, cruzan sus soledades y comienzan a caminar juntos. Comienza entonces una historia de amistad, respeto y sobre todo tolerancia.

El Señor Ibrahim y las Flores del Coran es una de esas cintas que te dejan un buen sabor de boca, es probable que no pasa a ser una de nuestras películas de cabecera pero sí será una de esas que en el momento adecuado pueden hacernos pasar un rato ameno y entretenido. Una cinta que clama a la amistad, al respeto y a la tolerancia por encima de la diferencias de edad pero por encima las diferencias religiosas.

La cruz de esta cinta probablemente sea los últimos 20 minutos, donde la historia paterno-filial se diluye y se convierte tan solo en una cinta que quizás en ciertos momentos busque la lágrima fácil.

Repito, una cinta que debemos ver en un momento adecuado, de tranquilidad, calma… una historia amable y amena.