Últimamente parece que está de moda filmar película apocalípticas en un futuro no muy lejano (entendemos por “no muy lejano” menos de 20 años): 2012, Daybreakers, Soy Leyenda... y es que los productores se han dado cuenta que existe un gran filón en la extinción de la raza humana porque quizás ni nosotros mismos conseguimos soportarnos.

En esta ocasión se nos presenta un futuro donde una nueva raza domina el mundo: los vampiros, siendo los humanos un simple receptáculo de alimento para ellos… pero los vampiros, el igual que los humanos, no piensan que en algún momento, fruto de exceso, sus alimentos se pueden terminar… Daybreakers nos sitúa en este punto, vampiros hambrientos y humanos (pocos, una raza casi extinta) huyendo.

Pero Daybreakers se aleja totalmente del estilo Crepúsculo, tanto estéticamente (aquí no hay niños pijos en Volvo) como en su historia (aquí lo importante es salvar la vida y no ligar con jóvenes pre-adolescentes)… Daybreakers se aleja de las típicas películas de vampiros aunque no logre conseguir la gloria de la innovación dentro de un género tan de moda últimamente. Lo intenta, sí, lo consigue, mmm no lo creo. Y probablemente no lo consiga porque en su tramo final se vende a los fuegos artificiales, a las peleas fáciles…

Es muy interesante ver la degradación del vampiro por la falta de sangre, convierte a los vampiros (no-humanos que se alimentan de sangre) en auténticos monstruos guiados por sus instintos primarios que se alimentan de sus similares o incluso de si mismos… vamos vampiros que se convierten en caníbales. El mayor de los problemas que encontramos aquí es que esos monstruos nos recuerdan demasiado a los demonios de Constantine y a tantos otros.

¿La recomiendo? Pues no lo tengo claro, aquellos pro-vampíricos probablemente disfruten quienes tengan aliento de ajo tampoco se aburrirán demasiado, o por lo menos no lo harán hasta el tramo final anteriormente mencionado. ¡Venga! Seamos benévolos y démosle una oportunidad a Daybreakers.

Por cierto, la adaptación del típico cartel del Tío Sam merece una mención, realmente es un acto creativo muy interesante.