Iannucci se acerca al documental para crear una sátira acerca de la política internacional entre Washington y Londres. Una cinta cargada de manipulaciones mediáticas (como se oculta la información, como se filtra e incluso como se cambia al antojo del poder y no hablamos de un país subdesarrollado si no de potencias del actual panorama político), de conspiraciones que superan a los propios ministros y que rozan más lo económico que lo político, una cinta cargada de de diálogos geniales, una cinta que nos muestra la trastienda del poder y como las guerras se fraguan en los despachos.

Ciertos sectores han criticado el uso del lenguaje de Iannucci pero lejos de ser simplemente malsonante marca la diferencia entre personajes: ministros inseguros y tiburones de la comunicación, hombres políticamente correctos hacia el exterior pero fascistas opresores en el trato con sus compañeros (a los que ningunean hasta convertir en simples peones en su tablero de ajedrez).

In The Loop no se sitúa en ningún momento definido en el tiempo pero todos pensamos constantemente en los prolegómenos de la guerra de Irak. Y todo esto sucede a 180 pulsaciones por minuto, idas y vueltas a velocidad endiablada, donde la improvisación (los actores podían improvisar sobre el guión de Iannucci) es un don y la velocidad de gestión una bendición.

Ironía, sarcasmo, frases de doble lectura, lenguas viperinas, ideales, la falta de los mismos, personajes solventes… crean una película imprescindible para todo aquel que le guste el cine (sí, sí, he puesto imprescindible).