La primera parte de la cinta me pareció realmente buena; buena porque no habla de guerra, si no de sentimientos dentro de una guerra, de sentirse mal por “hacer lo correcto”, de matar para no morir… en el fondo de no querer luchar. Diálogos (alguno escuchado ya demasiadas veces) que derivan en los horrores de una guerra innecesaria.

El tramo final de la cinta se acerca más a esas películas comerciales (Salvar al Soldado Ryan, La Delgada Línea Roja…) donde las escenas de acción se repiten pero con una diferencia, aquí las escenas parecen mucho más reales y aunque el heroísmo de esos hombres que luchan por sus ideales siempre está (y estará) presente no llegan a niveles estratosféricos de enarbolar banderas (sea americana o de la libertad o del Congo Belga).

Dicen que cuando te fijas en la fotografía de una película, la misma es aburrida o está mal hecha, en Saints and Soldiers esa frase no es verdad. La fotografía, los parajes en los que está rodada, son excepcionales, tanto los montes nevados (realmente blancos) como los zafarranchos de combate… lugares que nos ayudan a meternos aun más en la historia de este grupo de soldados.

Pero no todo dentro de Saints and Soldiers es “maravilloso”: existen ciertas escenas que estamos demasiado acostumbrados a ver (¿Cuántas veces hemos visto morir arrodillado a uno de los protagonistas?), hay ciertos diálogos que estamos demasiado acostumbrados a escuchar (¿Cuántas veces hemos escuchado “ahora estaría con mi mujer”?)… y es que los tópicos salpican a Saints and Soldiers. Personalmente los he llevado bien, quizás porque he entrado de lleno en la película y me he dejado llevar sin juzgar en todo momento todo lo que rodeaba a la misma.

Saints and Soldiers es una buena película, si os gusta el cine bélico (que no de acción) estáis de enhorabuena Saints and Soldiers colmará vuestras expectativas.