La tarde comenzaba mal, aviones con retraso, la vaca de Milka sodomizando al toro de la bandera, caras largas en Castellana y tu niño Piqué con la cara como un mapa. Además, el cielo estaba encapotado pero y levantábamos más la vista que nos fijábamos en el escenario no fuese necesario buscar refugio.

Los primeros en hacer uno del escenario fueron The Big Pink, jóvenes, indies, londinenses, con una chica a la batería (vale, puede sonar machista, pero era lo más comentario del concierto). Y es que The Big Pink son uno de esos grupos que puede llegar pero que de momento es tan solo un single (Dominos, que sirvió para cerrar su concierto)… están en ese lugar en el que tocan de día, antes de dos grupazos y que su concierto es más para tomarse una cervecita que para saltar… que desagradecido es ser telonero.

Y llegaba con muchas ganas de ver a Editors, de escuchar Papillion o Munich en vivo… y la verdad es que suenan impresionantes pero… ese horrible “pero” que no sabes demasiado bien como definir, ese “pero” que no sabes si se debe al público (que ya pensaba en Muse y que se había aburrido con The Big Pink) o a que ellos no logran llegar… ¿Me gustó? Sí ¿Repetiré? Quizás ¿Me puso la piel de gallina? No. Por cierto, Editors ya merecen la pena tan solo por su front-man: Tom Smith; es genial sin duda, a medio camino entre Ian Curtis e Ivan Ferreiro pero derrochando estilo (preciosa su gabardina!). Editors serán muy muy grandes.