Estimada Bibiana

Estimada Bibiana: Sé que nunca llegarás a leer esta carta pero no por ello dejo de escribirla, lo hago porque así, quizás, mi obtusa mente l...

Estimada Bibiana:

Sé que nunca llegarás a leer esta carta pero no por ello dejo de escribirla, lo hago porque así, quizás, mi obtusa mente logre entender cosas que en estos mismos momentos le resultan incomprensibles.

Entiendo tus políticas de igualdad, tuyas, de tu gabinete y de quienes te nombran para desempeñar tu cargo como ministra de Igualdad, me parecen acertadas y en ciertos aspectos necesarias; es necesario que hombre y mujer cuenten con los mismos derechos (y obligaciones, que de esto nos olvidamos con demasiada facilidad) en todos los ámbitos de la vida, no solo en el laboral.

Entiendo ya mucho menos esas políticas de discriminación, ya que aunque la misma sea positiva, la discriminación fue, es y será un concepto negativo. Porque debemos tener claro que para que exista un positivo (como en el caso de la discriminación) ha de existir un negativo. No logramos entonces igualar la balanza de la lucha de sexos (un concepto que alguien un día creó pero que nunca se ha demostrado) logramos tan solo discriminar a una parte de la población pero esta vez en el otro sentido. Puedo llegar a creer (y sí, uso el verbo “creer” no el “entender”) que en ciertos ámbitos laborales esta discriminación es necesaria… vale, como decía un anuncio “acepto pulpo como animal de compañía…”.

Está claro que lo que no consigo entender es la discriminación, esa de la que no se habla, esa que nadie ve pero que la mayoría conoce, la discriminación que sufrimos los hombres. Te cuento Bibiana sin ir más lejos mi caso: soy nuevo en la ciudad quiero trabajar, sentirme útil, dignificarme como nos han vendido toda la vida los empresarios (si tanto dignificase el trabajar no sé porque los ricos es lo primero que dejan según consiguen sus millones), el otro día me topé con una oferta, la miré, me miró, nos dimos cuenta que éramos tal para cual pero… dice Ismael Serrano que todas las historia de amor (o por lo menos las más bellas) terminan siempre en tragedia y esta no podía ser de otra manera…

¿Cuál es nuestra tragedia? Que es una oferta de trabajo cerrada para hombres… da igual que mi curriculum sea el mejor, que tenga más años de experiencia que cualquiera de las candidatas, da igual que sea el más preparado, da igual ¡porque no tengo tetas! Y ahora yo me pregunto ¿qué hago? ¿me pongo tetas como Berto Romero? ¿me indigno y escribo una absurda carta a una ministra que jamás será leída? Y sigo con mis preguntas ¿Dónde están esas políticas de igualdad de su gabinete, de quienes la nombran para su cargo y a fin de cuentas suyas? ¿Dónde, que yo no las veo?

Querida Bibiana (permíteme que te tutee) seguiré leyendo tu blog, seguiré defendiendo la importancia de tu ministerio cuando me siente de cañas con los amigos, seguiré actualizando el mío y es que esto de estar en el paro te deja mucho tiempo para cañas, tapas y blogs.

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