Syriana

Sí, estabas como loca por ver a George Clooney lucir palmito en Syriana y mayúscula fue la sorpresa cuando lo viste con esa barba, esa barr...

Sí, estabas como loca por ver a George Clooney lucir palmito en Syriana y mayúscula fue la sorpresa cuando lo viste con esa barba, esa barriga y ese aspecto tampoco cuidado… lo bueno: ya sabes cómo seré yo de mayor; lo malo, que el mayor reclamo de la cinta te reclamaba poco.

Recuerdo cuando en un viaje a Madrid, ya hace muchos años, en tren nos tocó ver una cinta (cuyo nombre no he podido olvidar) durante todo el camino esperábamos que algo sucediese, que llegase ese instante mágico y que todo cambiase… pero no, en aquella Toscana nunca llegó. Algo por el estilo le pasa a Syriana, su forma de thriller nos conduce a pensar que algo glorioso pasará, que todo eclosionará en un determinado momento y se convertirá en un torrente de emociones y sentimientos que superen al puñetero petróleo y a los puñeteros números a los que nos enfrentamos pero no, dicho momento nunca llega (y es que el final se precipita).

Y es que Syriana nos cuenta la misma historia desde distintos puntos de vista, un estilo coral que casi siempre funciona pero ¿por qué no lo hace aquí? Pues probablemente porque la historia nos resulta demasiado lejana para poder acercarnos a ese mundo de petrodólares, emires y agentes secretos. Quizás porque los personajes no son cercanos o quizás simplemente porque estamos cansados de oriente medio y sus trapicheos con el barril de crudo.

Confusa, deslavazada, con afán educativo más que de entretenimiento…. No, Syriana no me ha parecido fascinante en ningún momento.

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