Al terminar Ingrid es comprensible que nos quedemos con más de una duda pero hay cosas que no dudamos en absoluto: su estilo es impactante hasta la extenuación y ese es uno de los puntos fuertes/débiles de la cinta y es que tanto cuidar la forma se han olvidado del fondo.

Y es que el guión de Ingrid es de una simpleza preocupante, quizás para evitar que lo veamos así se han dedicado a colocar performances contemporáneas de esas que si no nos las explican no tenemos demasiado claro que significan.

Ingrid no es una película al uso, es una muestra de arte digital; sí, se nos muestra el dolor (físico y mental) de una belleza atormentada pero en el fondo no se nos descifra el por qué del mismo; sí, podría ser una de esas películas que quedan abiertas a la espera del criterio del espectador pero no Ingrid, la propia Ingrid cierra la puerta con su “se acabó”.

Decir que no me ha gustado la cinta sería mentir: la belleza de sus protagonistas, su estética, esas paredes pintadas, su banda sonora (de la que hablaremos más tarde)… Ingrid es belleza, hasta el dolor se presenta de una manera bella. Pero también te deja incompleto a Ingrid, a ella, a la cinta, le falta algo ¿el qué? Pues sinceramente, no lo sé pero aunque termine en llamas te deja frío (quizás ese sea el efecto que busca Eduard Cortés con esta cinta, no lo tengo claro).

Ingrid es un intento, dentro del cine español, de avanzar, algunos pensaran que se trata de un paso hacia atrás, los menos (sí, seamos honestos) lo verán como un avance… yo lo veo más como en las notas del colegio “se le anima a seguir trabajando”. Lo que os aseguro es que no os dejará indiferentes en ningún caso: