El triangulo de Gainsbourg
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Un día un amigo me dijo que en la vida hay tres vicios fundamentales (y muchos secundarios): el fumar, el beber y las mujeres, esa noche llegamos al acuerdo de que para ser feliz en la vida debemos renunciar a uno de ellos, hacernos monógamos, abstemios o no fumadores.
Pero existen raras excepciones en la historia que consiguen mantenerse en el centro de ese triangulo, bailando sobre el filo de esa navaja; sin duda una de esas personas fue Serge Gainsbourg, quien fallecía en Paris tal día como hoy hace 20 años.
Gainsbourg fue compositor, cantante, poeta, pintor, escritor y muchas cosas más pero si tuviÉsemos que decantarnos por una Gainsbourg sería un provocador. Lo hizo con su canción más conocida Je t’aime moi non plus, lo hizo cuando realizó una versión reggAe del himno francés y lo hacía cada vez que pisaba la calle siempre acompañado de las mujeres más bellas de la Francia de los 60 y 70.
Es probable que cuando la gente piense en Serge Gainsbourg recuerde sus fotos en blanco y negro en una cama compartida con la belleza de turno que pasaba por ella (Brigitte Bardot, Jane Birkin, France Gall, Francoise Hardy…) o por esa canción que parece un polvo sonoro: Je t’aime moi non plus, canción que Brigitte Bardot negó haber cantado por miedo a la opinión pública y que hizo suya Jane Birkin, quien se convirtió en su mujer, su compañera e interprete pero sobre todo en su musa.
Pero lo que a mí más me llama la atención de este galo de nariz aguileña es que todo lo que hacía no tenía otro objetivo más que su propia diversión; Gainsbourg no buscaba la gloria, tan solo le bastaba con su propio hedonismo. Gainsbourg, hijo de inmigrantes rusos, estudió Bellas Artes porque se enamoró de la obra de Picasso, besaba y paseaba con las mujeres más bellas porque le llamaron feo (suya es la frase. “la fealdad tiene algo superior a la belleza: dura más”), encendía un Gitanes con la colilla del anterior, le gustaba el whisky y llevar ese aspecto tan desaliñado que más de una trató de cambiar sin fortuna.
Y es que ya lo dijo el propio Serge Gainsbourg “Yo encarno todo lo que los chavales quieren ser: marginal y un poco anárquico, pero no mucho” le faltó añadir que también les gustaría compartir cama con sus compañeras pero como decíamos al principio, para ser feliz debemos renunciar a un lado del triangulo, aunque él nunca lo hizo. Lucien Ginsburg, el verdadero yo de Serge Gainsbourg, fallecía en Paris victima de un infarto (el quinto que sufría) tal día como hoy hace 20 años, al día siguiente las banderas ondeaban a media asta, Bardot leía una elegía y Mitterand escribía un obituario y declaraba luto oficial en una Francia que perdía a un provocador y sobre todo a un genio amante de los placeres de la vida.
2 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?