Jóvenes Salvajes retoma el cine de pandilleros con patillas y tupé de los años 50, ellos que querían ser como Elvis y dominar los barrios en los que vivían. Esos que se escondían bajo los nombres de sus bandas, nombres “originales” como Los Víboras y Los Salvajes (nombres de las bandas de esta cinta).

Y vista una, vistas todas, los buenos ganan, los malos pierden y la pantalla se mancha por el exceso de brillantina. Los actores pasean por la pantalla (pobre Stephen Dorff, hace años que no pilla un buen papel) sin aportar nada a sus tópicos y típicos personajes. La trama como podéis imaginar es más que previsible, incluyendo la no menos típica historia en plan Romeo y Julieta o aquí Salvaje-Víbora (si procreasen ¿tendrían una víbora salvaje?).

Pero quizás lo peor no sea esto, lo peor es que Jóvenes Salvajes es la segunda película de Scott Kalvert ¿Quién es este hombre? Pues el director de Diario de un Rebelde, que ha pasado de una buena película a este… tostón (por ejemplo) ¡y eso que llevaba 7 años sin hacer una película! (por cierto, desde 2002 hasta la fecha tampoco ha vuelto a hacer otra).

Un cinta que espero no tardar en olvidar y que probablemente haya sido responsable de la muerte de varias neuronas por aburrimiento pero que de igual manera ha alzado:

pd.: ¿Acaso pensabáis que se llevaría más? Inocentes...