¿Por qué no he jugado más minutos? (y II)

Pero no eres el único que nota su ausencia; antes tus compañeros y entrenadores (esos mismos a los que ahora aborreces y a los que recrimina...

Pero no eres el único que nota su ausencia; antes tus compañeros y entrenadores (esos mismos a los que ahora aborreces y a los que recriminas con tono inquisitorial esos minutos perdidos) confiaban en ti, creían en tu juego, en tus principio e incluso los más reacios tu seguían. Deja de pensar a toda leche y analiza: antes todos éramos uno, antes todos estábamos en el mismo barco, antes eras el adalid… pero ahora la sensación es otra muy diferente esa teórica unidad ha desaparecido, crees que ya no te respetan como líder, crees que ya no confían en ti y la verdad es que tú no confías en ellos (y sabes que en el fondo esto no es nuevo)… comienzas a ver fantasmas, magnificas las sensaciones (siempre negativas, ya no tienes recuerdo de las positivas) y cuando tienes esos dos minutos tu mano tiembla, tu tiro se encoje, tus pases son menos precisos (¿has pasado mal o ese cabrón no se ha esforzado para cogerla?), las piernas pesan, no saltas, no corres, no te desplazas con fluidez… Stop: has dejado de confiar en ti mismo, te relegas al ostracismo del banquillo y te das cuenta de la realidad: “¿por qué no he jugado más minutos?” era una simple coraza para un problema mucho mayor, ahora, conoces la respuesta a esa pregunta y temes que sea demasiado tarde para encontrar una solución.

Ahora, sentado en el banquillo, con los ojos en la grada y las piernas frías, ves como un tren pasa ante ti pero tú sigues en el andén esperando no se sabe demasiado bien a qué pero he ahí el momento fatídico “pide cambio”. Estar en la pista se ha convertido en el mayor castigo, sí, estás en el tren pero no sabes cuál será su próxima parada y lo peor es que tampoco lo quieres descubrir.

Pero un día, sin darte cuenta, has llegado a ese punto de no-retorno, ir a entrenar ya no es ni divertido ni gratificante, esos tíos aunque lleven la misma camiseta que tú ya no son tus compañeros, esos que están de pie en la banda es un canalla que te odia, que te tiene ojeriza, que… no, no es divertido ni gratificante, tus ausencias son más habituales y cuando vas no dejas de pensar en el final.

Pero desde la banda te miran con cara sería, conscientes de tu potencial, conscientes que haces bien esa finta tras bote, ese cambio de mano entre las piernas, esa salida tan característica tuya… pero el problema viene cuando esa salida tan característica tuya es también ahora de aquel que juega tus minutos de descanso, aquel que callado ha ido arañándole segundos a tu crono, ese mismo que ahora está sobrado de confianza y que te sonríe al final del entrenamiento y te dice “tranquilo, ya saldrán mejor las cosas”…

¿Sabes ahora porque no has jugado más minutos?


Fotografías (la de ayer y la de hoy) cortesía de Alury

Aquí os puede interesar

4 seres inteligentes han dicho y tú, ¿a qué esperas?