Tiempo Muerto (I)

La verdad es que no tengo demasiado claro por qué he titulado “Tiempo Muerto” un post que habla sobre la temporada que ahora acaba; quizás p...

La verdad es que no tengo demasiado claro por qué he titulado “Tiempo Muerto” un post que habla sobre la temporada que ahora acaba; quizás porque espero que no sea la última y que este verano no sea más que un tiempo muerto en un partido (esperemos que) muy largo.

Probablemente esta haya sido una de las temporadas más cortas y a la vez más largas que me ha tocado disputar. Corta porque considero que la temporada de los equipos infantiles terminó demasiado pronto (los motivos son diferentes), corta porque al final el cadete fue un fiasco disputando tan solo un par de partidos… pero sí, ha sido larga (y mucho): multitud de entrenamientos, otras tantas horas al sol…

Comencemos entonces a valorar esta temporada desde la base, desde los más pequeños. Este año por primera vez me he enrolado en un proyecto que a priori me producía pavor: dar clase de baloncesto a niños de entre 1º y 4º de infantil… sí, tal y como leéis, pequeños mocosos (literalmente, nadie se me ofenda) que apenas levantan dos palmos del suelo.

Sinceramente es muy sacrificado y duro: pocos monitores (2) muchos niños (56) en un patio pequeño y con tan solo una canasta pero debo decir que estos enanos consiguieron darme los momentos más gratificantes del año. Está claro que no juegan un pick&roll, que no hacen un flash y continuación… ¡leches, que alguno de ellos no da agarrado el balón (y son balones del 3)! Pero la progresión es abismal y totalmente tangible: comenzó la temporada en cuclillas, en una esquina mirando fundamentalmente la pared ajeno a los otros 55 niños; en navidades lo vi correteando con dos más, el baloncesto le daba igual; hace un par de semanas este mismo niño, tras aguardar pacientemente en una fila cogió el balón, (hizo pasos), botó un par de veces y tiró a canasta... no solo eso, si no que consciente de la lejanía de su canasta se giró y comenzó a correr hacía mí levantando los dedos como lo hace un árbitro cuando indica un triple a la vez que gritaba: “rata-tata-tata… TRIPLE… David he meti’o un triple…”. Sé que este niño no vivirá del baloncesto y que probablemente nunca se acuerde de ese “triple” pero yo no me olvidaré, lo tengo claro.

Subamos de categoría: infantil femenino de segunda división. Objetivo de club: cumplido. Este equipo se creó con la idea de que las menos buenas (bonito eufemismo de “malas”) tuvieran donde jugar y de que la buena del equipo se sintiese importante, al final, la buena nos dejó plantados y las menos buenas dejaron de ser tan-menos-buenas… en términos generales termino la temporada contento, tres de esas jugadoras han jugado minutos en el equipo de primera división (alguna de ellas minutos importantes) y el grupo a avanzado, quizás no lo necesario pero como ya he dicho la implicación de las jugadoras es la que es y contra ello no se puede luchar (aunque por ello no hemos dejado de intentarlo). Debo aquí hacer un matiz, quiero contar una cosa que no he contado a nadie, este equipo me deja una espinita (mucho más que una espinita) y es que creo que descubrí la manera de juego correcta demasiado tarde; sí, es cierto que toda la temporada hemos ido de menos a más pero creo que pudimos haber hecho más si antes hubiésemos eliminado antes a las manzanas podridas y yo hubiese encontrado esa idea “feliz” que nos acompañó hasta el final de la temporada.

Considero además que una vez terminada la competición y sin la presión de la misma nuestros entrenamientos aumentaron de nivel. El trabajo específico con este equipo una vez terminada la competición fue realmente enriquecedor y formativo para las jugadoras o mejor dicho, para las jugadoras que una vez terminada la temporada decidieron seguir asistiendo a los entrenamientos con asiduidad.

y mañana seguiremos con una nueva entrega

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