Tiempo Muerto (III, última entrega)

Y por último llegamos al junior. Era diciembre y Alejandro Encinoso, entrenador principal de Unión Baloncesto Laguna 94, me propuso que fues...

Y por último llegamos al junior. Era diciembre y Alejandro Encinoso, entrenador principal de Unión Baloncesto Laguna 94, me propuso que fuese su segundo; él buscaba alguien que le ayudase en el banquillo, yo buscaba competir, ambos hallamos lo que buscábamos o por lo menos yo lo encontré.

El junior 94 me ha dado mucho en todos los aspectos. El primero y más importante es que me sentí útil de nuevo o por lo menos útil de la manera que me gusta serlo; de nuevo volví a sentir ese baloncesto que tanto me gusta con partidos como ante Realejos o ante el Hispano Británico pero también sentí como los árbitros ningunean a ciertos clubs y entrenadores: si eres un club de reciente formación o tu entrenador es joven (y mucho más si es peninsular) los árbitros no te guardan ningún tipo de respeto y olvidan su neutralidad para pasarse al lado del amiguismo, lamentable pero cierto.

Es cierto también que el equipo no terminó de la mejor manera posible pero tampoco tiene mucho sentido darle más vueltas a un tema de caprichos y concesiones. En términos generales creo que el júnior a crecido, ha crecido a nivel de juego pero sobre todo a nivel humano: cuando llegué jugaban niños pero poco a poco estos niños (en un proceso lógico de madurez) han crecido y muchos de ellos se han convertido en hombres. Sin duda yo (y creo que Alejandro también) estoy muy contento con cierta progresiones individuales que han dejado claro que la clave para mejor es el trabajo y la constancia, no me parece de recibo poner aquí sus nombres y tampoco hace falta, ellos lo saben y eso es lo importante.

Sería injusto quedarse de esta experiencia con únicamente la deleznable labor arbitral pero es que en la recta final de la temporada influyó demasiado consiguiendo incluso empañar por momentos una temporada que no había sido mala en absoluto.

Conclusión final: este año ha habido mucho baloncesto en mi vida, llega el momento de pedir un “tiempo muerto” y plantear qué, dónde y cómo entrenar; llega el descanso, un descanso merecido y necesario tras una temporada con algunas cosas que olvidar pero muchas que recordar. Quizás caigan un par de campus por ahí (todo dependerá de esa vida laboral “más seria” que dicen los adultos), alguna que otra pachanga en la que el rollo yugoslavo de Johnny se convierta en playground del Bronx y la final de la ACB, aunque tengo la sensación de que poco habrá que ver.

Había pensado en terminar este artículo dando las gracias a aquellos que confiaron en mí, a los que decidieron hacerme un sitio en sus banquillos, a los… pero leches! ¡Esto no es la ceremonia de los Oscars ni yo soy Pedro Almodovar! Así que ya sabéis: nos vemos en las pistas, quizás no la próxima temporada o la siguiente pero seguro que nos encontraremos.

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