Tyson

Estudiaba en un colegio de curas y el boxeo me daba igual pero en Canal+ había un programa de deportes que tenía una sección sobre boxeo, e...


Estudiaba en un colegio de curas y el boxeo me daba igual pero en Canal+ había un programa de deportes que tenía una sección sobre boxeo, en ella día sí, día también aparecía Mike Tyson pero habitualmente nunca era por sus quehaceres sobre el ring… Tyson se convirtió en aquel momento en un ser extraño, un hombre capaz de destrozar a otro en un asalto mientras es misma noche era capaz de violar a una aspirante a Miss América Negra (aunque en este documental podamos ver como una vez más Tyson que pasó tres años en la cárcel niega ese hecho), un hombre del que no sabemos demasiado bien que pensar.

Tyson recorre su vida, su niñez y su conocimiento del boxeo, habla de cómo Cus D’Amato se convirtió en su guía y muy probablemente en la figura paterna que Tyson nunca tuvo. Como lo convirtió en un hombre feroz y ambicioso, como lo educó e incluso adoctrinó… una vida perfecta, un futuro prometedor, un gladiador moderno por lo menos hasta que D’Amato falleció.

La inmadurez de Tyson y sus nuevos amigos lo auparon a la cima a la misma velocidad que lo enviaron a los infiernos; comenzaron las fiestas, las mujeres de una sola noche, los coqueteos con las drogas… se perdió la disciplina, el entrenamiento y por último el amor por el boxeo. Y Tyson nos lo reconoce mirando a la cámara y con aspecto sincero, locuaz (más de lo esperado) nos cuenta como él mismo arruinó su vida ¡señores, esto no es una película, esto es verdad! La vida de un gladiador moderno convertido en soldado raso a merced de un puñado de dólares porque, como él mismo reconoce, llegó un momento en el que luchaba para pagar sus facturas.

Tyson reconoce sus defectos incluso llegándolos a convertir en virtudes: reconoce su frenética actividad sexual y su gusto por un rol totalmente dominante aunque se exculpa de la violación por la que fue condenado a tres años de cárcel.


Debemos reconocer que el documental es plano, que falta emoción, emoción por los combates o incluso por las vivencias de Tyson; un documental que habla en el mismo tono de felaciones o modelos como de victorias, derrotas o combates épicos. Tan solo rozamos la superficie de los sentimientos de un hombre que vive con miedo, miedo al pasado, miedo a quienes le rodean… un hombre consciente de su propio hundimiento personal y profesional, un hombre que narra su pasado sin sentir dolor.

Un documental que se convierte en un monologo donde nos narran proezas y errores a partes iguales con una frialdad que a veces asusta. Un monologo que sirve como confesión de un personaje dual, alabado y denostado a partes iguales, un personaje que pasará a la historia de un deporte y probablemente de una década, la primera la de luchador o boxeador fuera de serie, la segunda la de personaje público humillado por si mismo y su malas compañías.

Un documental que habla de un personaje de extremos, de una mente adictiva, de alguien que guste o no guste es un icono de un estilo de vida e incluso del sueño americano, un icono de cómo escalar desde los suburbios a la cima del mundo y como caer en un descenso que increíblemente (para Tyson y para quienes le rodean) ha terminado no-mal.

Para Tyson, el documental sobre el personaje y la persona:


Por cierto, me quedo con la frase “no lamento haberle mordido, solo me arrepiento de haber perdido mi disciplina” (sobre el famoso combate con Evander Holyfield), una frase que encierra mucho más de lo que dice, una frase que habla de ferocidad, de instinto asesino y sobre todo de disciplina.

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